Reese
—Siéntate —. Le pedí a Lila mientras abría la silla que estaba frente a mi escritorio para que lo hiciera.
—Gracias, cariño —. Sonrió y dejó su bolso en el escritorio.
—¿Quieres algo de beber? —. Sonreí sentándome frente a ella—. Estoy seguro de que Lita tendrá lo que quieras.
—Esa mujer es una diosa —. Sonrió al quitarse las gafas y vi sus ojos azules de nuevo—. Pero no, estoy bien. Vine tan pronto como escuché el llamado de tu hermana.
—Claro —. Asentí.
Ella de seguro había estado en contacto con mi hermana antes de venir.
—Me suplicó, no más bien, me ordenó venir a darte una patada en el trasero por ella —. Golpeó mi hombro y negué con la cabeza—. Reese, explica, ¿Por qué no haz ido a verla en casi un año?
—Veo que ya se fue a quejar contigo —. Murmuré sobando mi hombro.
Lila tenía un brazo muy fuerte.
—Es que he tenido demasiado trabajo y no es correcto que me vaya ahora y deje todo a la deriva.
—Mentira —. Tomó mis manos—. No te atrevas a mentirme, Mael. No lo hagas.
—Tú y Jade tienen una extraña manía por llamarme así cuando están molestos o quieren ser serios —. Sonreí.
Ella asintió.
—Siempre me gustó llamarte así, aunque tú lo odias.
—No lo hago —. Negué con la cabeza—. Es sólo que la única que me llamaba por ese nombre era Amelia.
—La gran señora Garner —. Suspiró.
Yo no dije nada al escuchar su apellido. Ya no era como si me importara el escucharlo de nuevo.
—La extraño. Sus fiestas en la casa de California eran increíbles —. Sonrió cruzada de brazos mientras recordaba nuestras grandes aventuras pasadas.
—Si bien recuerdo, creo que nos perdimos muchas veces de ellas por escaparnos en las madrugadas —. Dije con ironía.
—No me culpes —. Negó de inmediato—. Usaba a Amelia para escapar de casa y fugarme a Los Ángeles, pero tú nunca me dejaste ir sola.
Puso su mano en mi mejilla cuando se acercó a mí.
—Siempre me haz cuidado —. Sonrió.
—Eres mi mejor amiga —. Asentí poniendo mi mano sobre la suya.
Lila, a pesar de ser mi única amiga, era sin duda una de las personas que menos veía. Su trabajo y el hecho de que yo no podía irme de la ciudad, hacían que vernos fuera casi un milagro.
A penas y lo hacíamos una vez al año si es que ella de verdad podía hacerse de un tiempo.Aunque sabía que ella me evitaba.
—Dime algo —sonrió tomando un mechón de mi cabello entre sus dedos—, ¿Sigues cocinando tan horrible como antes?
Reí fuerte y asentí.
—Subí algunos kilos por comer fuera de casa este año.
—Que horror —. Rió fuerte.
Lita entró a la oficina y dejó sobre la mesa una margarita recién hecha y un vaso de agua.
—Eres una reina, Lita —. Lila sonrió bebiendo de inmediato.
—Me alegra que nos visite —. Sonrió emocionada—. Siempre que viene, procuro tener lista su bebida favorita.
—Y te amo por eso —dejó la copa en el escritorio—, pero no te esfuerces tanto por mi culpa, Reese debe de darte muchos problemas ya.
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De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]
SonstigesCuando Reese conoció el amor por primera vez, lo hizo a través de un par de ojos azules que ocultaban un cielo de nuevas emociones que lo iban a tener atrapado por el resto de su vida sin que él lo supiera; pero, cuando el amor se vuelve tan intenso...