Capítulo Veintidós: Una Historia

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Ethan

Desperté cuando la luz golpeó mi rostro y de inmediato giré de nuevo en la cama buscando refugio.

—¿Reese?

Abrí mis ojos al tantear la cama y me di cuenta de inmediato de que él no estaba aquí.

—Se fue —. Dije decepcionado.

Miré a mi alrededor y me di cuenta de que en verdad se había ido en cuanto me quedé dormido.
Yo aún llevaba la sudadera y mi pantalón de ayer, ni siquiera había cambiado mi ropa; el miedo me había dejado en blanco desde el momento en el que vi la espalda de Reese.

De alguna manera algo no pintaba bien.

Quizá era por lo que él mismo me había confesado o por las veces en las que Lita se preocupaba por él.
A veces veía al equipo tensarse un poco cuando él se encerraba en su oficina después de algún evento estresante, creo que ninguno se había percatado que todo esto era nuevo para mí, yo jamás había visto algo inusual pero los demás... Tenían miedo por algo.

Me preguntaba qué es lo que yo ignoraba.

—Hola, amigo —. Sonreí al acariciar a Yang cuando se subió a mi cama—. Creo que sólo seremos tú yo por un tiempo de nuevo.

Me levanté de la cama y caminé hacia la cocina, curiosamente, Reese sí había dejado algo.

—Una nota —. Tomé el papel azul de mi refrigerador y sonreí.

»Te extraño desde ahora, Reese«

Quizá habría sonado algo triste, pero la carita dibujada al final era lo que realmente me hizo sonreír.

—Vamos a estar bien, Yang —. Miré a mi cachorro.

Aún tenía algunas dudas sobre las cosas que habían pasado antes de que yo llegara a este lugar, sin embargo, podría preocuparme por ello después de saber que él estaba bien.
A juzgar por la hora, quizá Reese estaba por llamar para decirme que estaba bien y había llegado a su destino.

Me dispuse a hacer mi desayuno en completa calma mientras que pensaba en las cosas que podría hacer con Reese cuando regresara de su viaje, no sabía qué es lo que me esperaría, es decir, sé que quizá volvería diferente de aquel lugar.
Me preguntaba cuánto cambiaría o qué tan roto se sentiría después de estar frente a la tumba de aquel fantasma que lo atormentaba. Tal vez otros en mi lugar sé sentirían mal de compartir a la persona que quieren con otra, sin embargo, creo que había aceptado a Reese con todo y los fantasmas de su pasado.

No lo juzgaba ni quería borrarlos.

Yo sabía quién era cuando decidí meterme en su vida y, sin verlo venir, creo que él también se metió en la mía. Estaba decidido a aceptar al fantasma de Dante en mi vida también.
Creo que el amor es así, es decir, amas por completo a una persona o en realidad no lo haces. Un sentimiento tan puro como este involucraba sacrificio y devoción, y yo sentía ambos por Reese.

Sentía un amor realmente fuerte.

Nunca antes había amado como lo amaba a él, sin embargo, es algo que no le podía confesar ahora. Para mí estaba bien decirle que lo quería porque en realidad eso sentía y, con el tiempo, sé que podré decirle lo que en verdad me hace sentir.
Tenía la esperanza de hacerlo algún día en el que él se sintiera realmente completo conmigo. Ahora no era necesario decirlo, lo demostraba, pues en este momento Reese tenía que enfrentarse a cosas que quizá yo no reconocía como obstáculos.

Incluso los ignoraba.

—¿Qué tanto desconozco de ti? —. Inquirí en voz alta.

Aún tenía curiosidad sobre las cosas que pasaban en la vida de Reese, aunque ya tenía un plan en mi cabeza que se había formado durante la noche. Sabía lo que tenía que hacer y a quién debía preguntarle acerca de las dudas que tenía.

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora