Stalking

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Hay veces en la vida que...debes prestar mejor atención, ser más cuidadosa. No dejarte llevar tanto por...los impulsos.

—¿Qué fue lo que le ocurrió?

—Fue atropellada por un auto, ¡todos, muévanse!

—¿Cómo esta su pulso?

—Decadente.

—La gente no se mueve de nuestro camino, es difícil pasar con la camilla.

—Lo sé, son una bola de impertinentes, ¡escuchen todos! Se que quieren ver lo que sucede, pero necesitamos hacer nuestro trabajo, así que, ¡háganse a un lado!

—Bien hecho.

—Ahora subámosla con cuidado, ¡a la cuenta de 1, 2 3! Muy bien, suminístrenle oxigeno de inmediato.

—¡Si!

Puedo oír las voces de muchas personas a mi alrededor, dando órdenes, haciéndose preguntas unos a otros, mientras yo...me siento incapaz de abrir los ojos.

—¡Esperen! Yo iré con ella, andaba conmigo, somos compañeros internistas en el hospital central de Mepholis. —oigo decir a Jason y hago el esfuerzo de abrir un poco mis ojos. Apenas hay un espacio por el que puedo ver, pero creo que puedo divisar su silueta sentándose junto a mí.

—De acuerdo, sube, es justo a ese hospital donde la llevaremos.

—Tranquila Amber, todo estará bien. —siento el tacto de su piel en mis manos, esta frío. —Todo estará bien.

Ah, verdad que hoy...es un día muy frío.

Siento fuertes golpes en mi pecho, muy fuertes, mi cuerpo está siendo remecido.

—Ha perdido mucha sangre, doctor.

—¡Vamos Amber, no nos dejes! — esa voz...la he oído antes, se parece a la voz del titular de trauma. —¡Regresa con nosotros Amber! ¡aún tienes mucho porqué vivir!

Es cierto...hay tantas cosas que quiero hacer, que quiero conseguir, no quiero quedarme en este lugar tan oscuro y frío. Quiero salir de aquí, quiero...salir de esto.

—¡Volvió, doctor! ¡tenemos pulso!

—Oh, maldición, por un momento creí que la perderíamos. Gracias a Dios...

Me despierto en una sala de pabellón. Mi cuerpo se siente malditamente adolorido y sencillamente no entiendo que sucede. Miro a mi alrededor moviendo mi cabeza muy despacio y me sorprendo de sobremanera al encontrarme tendida sobre una camilla, con una bata quirúrgica y trozos de gaza cubriendo parte de mis piernas y brazos. Ahora que me doy cuenta...tengo una máscara de oxigeno puesta.

¿Qué fue lo que sucedió?

Hago el intento por recordar lo que ocurrió conmigo, pero simplemente no puedo. Todo esta oscuro y borroso en mi cabeza, solo recuerdo voces, muchas voces y estruendo.

De pronto, la puerta de la habitación se abre y mis ojos se abren impactados cuando veo a mi madre aparecer con su rostro plagado de lágrimas.

­—¡Hija! —exclama corriendo hacia mí y apoyando su mano sobre mi mejilla. —Hija, ¿Cómo te sientes? ¿Qué fue lo que ocurrió mi amor? ­—pregunta demostrándome mucho dolor en su mirada. mi boca se entreabre para responder, pero no puedo, esta mascara me lo dificulta.

Una enfermera entra y mi madre la mira afligida.

—¿Puede quitarle la máscara de oxigeno? Creo que quiere decirme algo.

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