Labios sangrientos.

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Después de unos largos minutos por fin el vehículo comienza a detenerse. Asumo que ya llegamos y me queda claro cuando escucho el fuerte sonido de la música. Definitivamente ya estamos en la mansión de los Ricci y no puedo evitar sentirme nerviosa, ahora que lo pienso, esto será realmente extraño, no tengo idea de cómo saldrá todo. Todavía ni siquiera sé que es lo que debería hacer cuando vea a Zev, en todo el trayecto fui incapaz de decidirlo.

—¡Espero que hayas tenido un buen viaje, doc! —exclama Bennet abriendo las compuertas, puedo oír el sonido de ellas seguido de sus pasos acercándose a mí. —¡Bienvenida al país de las maravillas una vez más! —me quita las esposas y luego la venda encontrándome de inmediato con su rostro plagado de maldad. No importa lo que este tipo haga, jamás podría verse como alguien normal, su simple aura es atemorizante.

—Me das escalofríos. —menciono parándome del asiento para acercarme a las puertas. —Intenta no colocarte tan cerca de mí, voz de payaso, no todo el mundo está acostumbrado a ver gente como tú.

—¡Oh, vaya! Realmente te tomaste en serio el papel de invitada doctorcita, estas actuando completamente diferente. —se mofa pasando por mi lado mientras desciendo del vehículo. —Me pregunto si debería actuar como un caballero también, digo, ya que estamos en estas.

—Como un noble corcel, quizás. —sugiero y siento a Carl reír, el cual aparece desde un lado del furgón con esa mascarilla de siempre cubriéndole la boca. Es increíble pensar que yo estuve ahí cuando se la hicieron pedazos.

—¿De qué te ríes, bueno para nada? —le reprocha Bennet y este eleva sus hombros como si le diera igual.

—Supongo que esta será un día diferente, así que, si hay que reír, reiremos. —dice haciendo que su compañero se fastidie aún más.

—Vete al diablo, Carl. —lo insulta haciendo un ademán con sus manos. —En fin, vamos a lo que importa.

Comienzo a caminar junto a ellos y entonces me percato de que no estoy vestida para la ocasión, lo más seguro es que todas estas personas estén con lujosos trajes y vestidos y aquí estoy yo con un jeans y chaqueta de cuero rosa palo, en vez de pasar desapercibida, conseguiré todo lo contrario.

—Esperen un momento, no puedo asistir vestida así, me veré demasiado extraña. —les digo deteniendo el paso.

—Tú ya no puedes ser más extraña doc. —Bennet tirando de mi brazo para que continúe caminando. —Tranquila, lo más probable es que—

—¡Ah, al fin llegan! —una voz femenina nos interrumpe y cuando miramos al frente vemos a la señora de esta casa completamente arreglada caminando hacia nosotros. Luce sublime con un vestido dorado con un tajo en una de sus piernas y unos tacos negros con detalles brillantes que la hacen ver aún más alta.

—Señora, no era necesario que saliera. —le dice Carl, pero esta le hace un gesto de que no hay problema y toma mis manos con absoluta felicidad.

—Me estaba preguntando porque tardaban tanto en llegar, así que vine a ver antes de llamar y justo me los encontré. —menciona mirándome animada. —Me alegra que hayas podido venir doctora Jones, a mi hijo Gevee de pronto se le metió en la cabeza que debías estar presente en su cumpleaños, y bueno, cuando algo se le mete en la cabeza ya nada puede detenerlo. —explica con una expresión rezagada y no puedo evitar enarcar mis cejas.

—¿Pero y por qué? Lo siento, pero no comprendo, ese hijo suyo ni siquiera me conoce, de hecho, solo conozco a Zev.

—Lo sé, pero es que Gevee dice que como tu salvaste la vida de su querido hermano, lo más adecuado era que te invitáramos. —dice. —y lo estuvimos pensando y nos dimos cuenta de que es cierto, sin importar la manera en que se dieron las cosas, tu salvaste la vida de nuestro hijo, doctora.

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