Killing me softly.

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—¡Muy bien, todos concentrados! Ahora que ya tuvieron tiempo de estudiar a los pacientes, quiero que me digan las razones por las que están aquí. —ordena la cirujana cardiotorácica mirándonos firmemente y todos asienten. —Buenos, comencemos.

—Mierda, esto me pone algo nerviosa. —me dice Naomi estando a un lado de mí.

—¿Por? Ninguno de estos pacientes tiene nada de otro mundo, no será difícil. —sonríe con algo de burla.

—Para ti todo es fácil, ¿no?

Miro al suelo un momento.

—No...

—Oye, haz estado algo extraña estos días, ¿todo esta bien? —me pregunta la caribeña mirándome atentamente y suelto un exhalo.

—Si, solo es cansancio.

—Am...bueno, en ese caso podríamos hacer algo divertido hoy después de salir de aquí, ¿no te parece? Algo como ir por unos tragos.

—No creo que sea buena idea, mañana hay que levantarnos temprano, si fuera fin de semana, quizás, pero—

—¡Ah, vamos! ¡no seas aguafiestas! —exclama dándome un codazo. —No es necesario que estemos hasta tarde, solo un par de horas, ¿bueno? —me mira con ojos de cachorrito atropellado.

—De acuerdo, solo unas horas.

—¡Si! —exclama tan fuerte que todos quedan viéndola, incluyendo la cirujana.

—Señorita Hernández, ya que esta con tanta energía esta mañana ¿Por qué no nos dice los motivos hospitalarios del siguiente paciente? —no puedo evitar reír en silencio.

—Ah, ¡s-si! Por supuesto, eh...vamos a ver...

Mientras Naomi habla mi mirada viaja al ventanal de al fondo y por un momento puedo imaginarme a Zachary parado frente a él. No he sabido nada de ellos desde hace días, ya casi ha pasado una semana. 

Lo ultimo que recuerdo es que alguien me inyecto sedante en el cuello en esa fiesta y luego me desvanecí tan rápido que apenas pude modular un par de palabras mientras sentía mis piernas volverse tan frágiles como el papel.

Me pregunto...a qué lugar se habrán ido, ¿seguirán en esta ciudad? No...lo más probable es que no.

—¡Jones!

Lo mas probable es que hayan dejado este lugar por completo, al parecer el lío que tienen con esa otra familia, los Lombardi, es bastante grave.

—¡Amber Jones! —escucho un fuerte grito de pronto y cuando veo al frete están todos viéndome con cara de confundidos. —¿Le ocurre algo? ¿Por qué pareciera que no esta presente en este momento? —me increpa la cirujana, mirándome claramente demandante.

—Ah, sí, lo lamento. —miro al paciente tendido en la camilla rápidamente y recuerdo su caso. —Él es Charles Domm, está hospitalizado por falla renal y desnutrición, lo que lo ha llevado al síndrome de realimentación. Ahora se están recomponiendo sus electrolitos para consiguientemente entregarle alimentación por vía enteral.

La cirujana me mira más calmada esta vez.

—Muy bien, al parecer no estas tan ida como yo creía. —dice acercándose a mí. —De todas maneras, Amber, debes saber que los problemas se dejan en la casa, aquí te necesito al cien por ciento, ¿entendido?

—Si. —respondo inmediatamente.

—Bueno, pueden volver a sus rondas, y como siempre, den lo mejor de sí. —nos dice antes de apartarse del grupo caminando como gata con sus tacos aguja.

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