Insaciable.

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—¡Hija! ¡Al fin llegas! —exclama mi madre en cuanto me ve entrar por la puerta.

—Si... Hola. —no se que decir. No sé que le habrán inventado sobre la razón de mi ausencia.

—¿Y que tal? ¿Como lo pasaste?

Realmente no lo sé.

—Bien, todo bien. —respondo firme mientras cuelgo mi chaqueta en el perchero.

—¿Y cómo era tu nueva amiguita? ¿Le sirvió estudiar contigo? —¿qué?

—Si, ella... Entendió todo muy bien. —respondo como supongo debería. Completamente desentendida.

—Que bueno, me alegro mucho. Debes invitarla a casa algún día ¿bueno? Nunca has traído una amiga a casa. —menciona con su expresión más relajada y le sonrió con aceptación.

—Bueno mamá, le dire. Aunque es una persona muy ocupada. —me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla. —Ahora iré a acostarme ¿bueno? Estoy agotada y necesito reponer las energías para mañana. —menciono refiriéndome a mi práctica en el hospital.

—¡Es verdad cariño! Me cuesta creer que ya vas a comenzar con tu práctica para ser cirujana. —expresa con nostalgia y le sonrió. —Estoy segura de que te irá excelente, ¿Pero segura no quieres comer nada antes? Hice unas galletas que están deliciosas—

—No mamá, gracias pero hoy no. —inquiero dirigiéndome a la escalera. —Mañana las probaré, ahora solo quiero dormir.

—Oh, de acuerdo. —asiente con esa ternura de siempre. —Entonces descansa cariño, ten unas buenas noches.

—Tu también. —contesto subiendo los escalones.

En cuanto llego arriba prácticamente corro hacia mi habitación. Por algún motivo me siento muy alterada. Todo lo que acaba de sucederme es una completa locura.

Entro en mi cuarto y cierro la puerta pegando con nerviosismo mi espalda contra esta. Coloco mi mano sobre mi pecho y siento lo acelerado que tengo el corazón. Es como si ahora que estoy sola y ya despreocupada por el reencuentro con mi madre pudiera razonar sobre todo lo que acabo de vivir.

—Por Dios... —musito despegando mi cuerpo de la puerta con lentitud. Caminando hacia mi cama y dejándome caer de espaldas sobre ella.

Mis ojos quedan intactos en el techo, pero el recuerdo de la herida de Zachary completamente cicatrizada me saca de mi trance. Salgo de mi cama y me dirijo apresuradamente hacia mi laptop sobre la repiza en frente de la ventana. Soy doctora y sé que una sutura como la de Zachary jamás podría cicatrizar así de rápido, lo sé, lo tengo más que claro. Pero... Necesito entender alguna forma sobre cómo es posible, porque lo vi con mis propios ojos. Necesito claridad o no podré dejar de pensar en eso. Me conozco y no podré.

Enciendo la laptop y de inmediato busco respuestas en Google, en todo lo que puedo. Desde documentos académicos a blogs que hablan sobre experiencias paranormales, algo en lo que no se puede confiar para nada.

Pero en ninguna parte encuentro algo parecido a lo que experimenté. En todas las páginas sale que es completamente imposible. ¡Y es que es obvio! No hay forma de que una sutura de ese tamaño y profundidad pueda cicatrizarse de un día para otro. Lo que estoy haciendo es ridículo y claramente desesperado, pero es que no consigo entender y no puedo estar tranquila.

Y el informante... No entiendo que se supone debería hacer con el. Ese tipo me tiene asustada, perturbada y más aún con lo que Zachary me dijo. Que una vez que se interesaba por alguien no se detenía hasta ver a esa persona sumida en la desesperación...

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