Cazadores

901 92 27
                                    

Zev me observa fijamente esperando una respuesta de mi parte y no puedo evitar sentirme mal por lo que acabo de decir.

-No estoy diciendo que ella sea malvada o algo así...

−¿Entonces a qué te refieres?

Miro hacia arriba un momento y suelto un exhalo.

−No lo sé...es solo que ella siempre ha sido algo sensible.

−¿Sensible?

−Si, la verdad es que yo siempre he tenido la facilidad de aprender rápido, no necesito estar una semana completa estudiando o sumergiéndome en libros para que me vaya bien en un examen o algo por el estilo. −me relamo los labios. −Lo que quiero decir, es que las cosas se me dan con facilidad.

Entrecierra levemente sus ojos.

−Y puedo suponer que a tu hermana eso no le resulta de su agrado. −determina haciéndome ver hacia abajo un momento.

−No sé si sea del todo así...pero, es claro que siempre le ha molestado un poco. He visto la manera en que me miraba cuando veía que todo me resultaba mucho más fácil que a ella. A veces lo ha intentado disimular, pero honestamente...−vuelvo a fijar mis ojos en él. −Es muy mala haciéndolo.

−Ya veo.

−Además, ya que mis padres evidentemente han notado su sensibilidad a la frustración al igual que yo, siempre han abogado un poco mas por ella que por mí. Siempre me han pedido que fuera...discreta.

Zev se ríe con ligereza.

−¿Discreta? −me mira sonriendo de una manera entre arrogante y dulce. Una mezcla bastante extraña. −¿Discreta mostrando tu emoción por notar que eres buena en lo que haces? Eso suena muy prudente. −expresa apoyando ambas manos a los lados de su cuerpo, irguiéndose un poco hacia atrás. −Así que no eres tan fría como te ves... −menciona volteando lentamente sus ojos hacia mí y yo miro al frente.

−Bueno...es mi hermana.

−Mmm...

Nos quedamos en silencio por unos segundos y entonces me doy cuenta de que acabo de decirle algo muy personal.
Esto no se lo había dicho a nadie, la manera en que me siento respecto a mi hermana y mi familia.

Es justo que yo también sepa algo sobre él.

−¿Y que hay de ti? −pregunto sintiendo un poco más de frío.

−¿A qué te refieres?

−¿No hay nada que ocultes o que tengas guardado solo para ti mismo? Algo que no le quieras decir a nadie porque sabes qué sino podrías lastimar a alguien o cambiar las cosas. −le explico viéndolo fijamente.

Por un momento lo veo mirar al vacío, pero...

−No, no hay nada.

−Mentira. −lo apunto con el dedo. −Tus ojos están mintiendo.

Me mira enarcando levemente una ceja.

−Mis ojos siempre están iguales.

−No es cierto. Es verdad que no son muy expresivos, pero en este tiempo que llevamos encontrándonos ya empiezo a ver a través de ellos un poco mejor.

Una sonrisa ladina se dibuja en su rostro.

−No lo creo, porque realmente no oculto nada. O al menos nada tan interesante como un rencor hacia un hermano.

−¡No le tengo rencor a mi hermana! −exclamo molesta. −Es justo por eso que no se lo cuento a nadie. Las personas siempre interpretan las cosas a su manera, por eso no me gusta estar rodeada de ellas.

MonsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora