Encuéntrame.

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Suelto un grito lleno de temor e inconscientemente cierro mis ojos y me cubro la cabeza. Pero a los segundos escucho un fuerte golpe que me hace abrir los ojos y encontrarme con el hombre sobre la moto tirado sobre el pavimento, a un costado de una ambulancia estacionada. Al parecer su moto rozo contra esta, no para de sonar escandalosamente en el suelo a unos metros de él con uno de los espejos retrovisores claramente roto, el izquierdo. Supongo que alcanzo a girar justo antes de estrellarse de frente contra el furgón de emergencias. No puedo ver su rostro porque esta con casco, pero puedo oír sus quejidos de dolor.

No lo dudo más y corro hacia él.

—Disculpa, ¿estás bien? —pregunto arrodillándome junto a el rápidamente. Observo su cuerpo de arriba a abajo para ver si es que noto alguna herida, pero no veo nada. Me acerco a su cara. —¿Estas bien? ¿Puedes moverte?

—S-si... —responde adolorido. —Tan solo... ¿Puedes quitarme este casco por favor? —pregunta y con cautela acerco mis manos al casco levantándolo desde abajo y subiéndolo con cuidado.

—Ya está. —pronunció cuando al fin consigo sacárselo.

—Gracias. —murmura con los ojos entrecerrados, los rayos de sol llegan directo a su rostro así que no consigue verme bien. Se cubre con el torso de su mano y una vez puede abrir bien sus ojos noto el marcado color miel que poseen, lucen muy cálidos, sus mejillas están adornadas con algunas pecas y su cabello, algo alborotado por el casco, destila un tono tan cálido como el de sus ojos. De alguna forma irradia mucho.

—No es nada. En verdad lo lamento, cruce el estacionamiento sin mirar. —expreso algo avergonzada, esto pudo terminar muy mal si no fuese porque tuvo muy buenos reflejos.

Alza su torso apoyando sus manos contra el pavimento con una expresión contraria a como imaginaba, gentil.

—No te preocupes, estoy bien.

—Sí, pero... Tu moto. —indico señalándola con la mirada.

—No te preocupes, no se ve tan mal. —expresa sonriéndome como si no fuera tan importante. —Pero... ¿Por qué ibas con tanta prisa? ¿Hay alguna razón importante? —pregunta poniéndose en pie con lentitud y entonces lo recuerdo.

Voy tarde.

—¡Maldición, si! Hoy es mi primer día de practica y voy tarde. —exclamo acercándome a su moto con rapidez para levantarla y acomodarla en el estacionamiento, está muy pesada. —Lo lamento, pero no puedo seguir perdiendo más tiempo o me meteré en problemas, te dejaré mi número. —saco la libreta que siempre llevo dentro de mi bolso y en una hoja le escribo mi número de teléfono. —Llámame a este número al final del día, te transferiré el costo de reparación de tu moto y otros daños, espero puedas confiar en mi—

—Tranquila. —posiciona su mano sobre la mía deteniendo mi escritura y lo miro algo sorprendida, su piel está muy fría. —Ya hablaremos de eso después, por ahora yo también voy atrasado, así que tampoco tiempo que perder, ¿a práctica de qué vas?

—De cirugía, desde hoy soy una interna.

—¡¿Que?! —exclama de pronto. —¿Es en serio? ¡Yo también!

—Ah, que coincidencia—

—Entonces ninguno puede perder más tiempo, los jefes son muy estrictos.

—Ah, sí, hay que—

Soy interrumpida cuando de la nada sujeta una de mis manos y corre deprisa hacia la entrada conmigo detrás. Mis pies van prácticamente volando sobre el suelo y es como si no pudiera reaccionar. No estoy acostumbrada a que la gente me tome de esta forma. Nadie lo hace. Todos saben que deben mantener su distancia conmigo.

MonsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora