Ema.
Cuando abrí los ojos tenía a Lena casi encima de mí, lo que me alegro mucho, pero entonces recordé al pobre felino goteando sangre y me sentí mareada.
— ¿Te sientes bien, Ema?— me preguntó con su habitual voz cálida que ella se empeñaba en disfrazar todo el tiempo.
— No muy bien— dije
Me incorporé en la cama. Y noté que estábamos solas.
— ¿Y Ellisia? — aún me molestaba decir su nombre
— Está con papá. Llegó justo en ese momento cuando te desmayaste y no quedo más opción de decirle todo lo de Vadik.— dijo con pesar.
—¿Y qué ha pasado?
— Están intentando averiguar si realmente fue Vadik quien coloco al pobre animal en la sala.
— ¿Y?
— No han tenido éxito. Uso una magia muy poderosa y oscura.
Sus ojos reflejaban una rabia y un temor amargo. Entonces un recuerdo vino a mi mente y la piel se me erizo.
—¿Estás segura de que podría ser él, Lena?
— Sí.
Su certeza era tal que no me atreví a decir más. Me lancé a sus brazos como solía hacerlo, sabía muy bien que ella necesitaba un abrazo aunque no se atrevía jamás a pedirlo.
Nos quedamos dormidas juntas y el portazo nos despertó de golpe
— ¿Me imagino que la han pasado de maravilla?— preguntó Elli furiosa.
— No seas tonta, Elli.— soltó Lena somnolienta.
— Por si les interesa saber; no pudimos encontrar ningún rastro de magia que nos llevara hasta Vadik.
Sentí el pequeño temblor en el cuerpo de Lena.
— ¡Estoy segura de que fue él!
—Buena nena, tendremos que hacer las cosas de otra forma.— dijo Elli extremadamente agotada y sentí pesar. Debió de haber utilizado una magia poderosa.
— Ven a dormir— le dije y me sorprendió mi amabilidad, le hicimos espacio ella se cambió con magia y se tumbó sin pensarlo. — Encontraremos la solución otro día.
Podía escuchar la respiración pesada de Ellisia y Lena a mi lado, pero yo no pude dormir en el resto de la noche. Había demasiadas cosas que me preocupaban. Por un lado no podía dejar de pensar en la chica de la librería, Charlotte. Había un aura tan triste en ella que no podía explicar por qué le gustaba tanto a Lena y eso me molestaba. Además de saber que era una simple mortal. Yo siempre había respetados los sentimientos de Lena, pero esta vez había algo diferente, algo que se escapaba de nuestras manos.
Y por otra parte estaba la advertencia, sí, eso había sido, una terrible advertencia. Era una advertencia tanto para Lena como para mí, lo sabía con toda seguridad. Aquellas pesadillas que había tenido hacia más de un mes solo podían formar parte del aterrador futuro que nos esperaba, por eso no podía apartarme de Lena nunca más. Era mi destino; lo supe, me congelo la sangre y luego lo acepte como aceptaba muchas cosas con las que no estaba de acuerdo; con elegancia felina. Lena era el amor de mi vida, lo supe desde el primer momento que la vi, y aunque yo no fuese lo mismo para ella no me importaba. Estar a su lado me hacía feliz, una felicidad que no podía describir con simple palabras efímeras.
Estaba sentada en el sillón al lado de la ventana cuando mi hermosa Lena despertó. Era casi las diez de la mañana. Su pelo rojo era una maraña desordenada y encantadora. Sus ojos azules me encontraron con facilidad.
—Buen día, amor mío.— le dije sonriente.
— Buen día, Ema.— dijo y se volvió a Ellisia que dormía plácida al otro lado de la cama.
— ¿Qué hora es?
— Ya casi las diez.
—¡Cielos! —Saltó de la cama.— ¿por qué no me despertaste antes?
— Te veías muy linda durmiendo como para atreverme a despertarte.
Era una verdad a medias. Si, se veía muy tierna, pero solo yo sabía por qué Lena quería despertar temprano; para irse temprano al trabajo, e irse al trabajo significaba estar con Charlotte. Que supiera mi destino no era lo mismo que dejarle el camino libre.
Lena se duchó y se arregló tan rápido como pudo y salió dando trompicones de la habitación. Entonces Ellisia se despertó con el ruido provocado. Yo aún me hallaba sentada en la ventana tomando un poco de leche caliente.
—Necesito hablar contigo— le dije pausadamente.
Ella me miro desconcertada y se sentó al borde de la cama. Su pijama de tirantes se deslizó y me dejo ver una parte de su seno. Era una mujer extremadamente sensual. No dudaba que Lena sacara todo su lado salvaje cuando estaba a su lado. El pensamiento me molesto, pero lo aparte de inmediato y lo deje en un rincón de mi mente.
— ¿Qué tienes que decirme, Ema?— dijo en un tono molesto
— Hay una chica llamada, Charlotte.
Y creo que es ella... El alma gemela de Lena.
Elli pareció buscar en el fondo de sus recuerdos luego respiro hondo y dijo con mucha seguridad
— Es ella.
— ¿Cómo lo sabes?— pregunté un tanto sorprendida de su seguridad.
— Lo he visto.
— ¿Cómo así?
— Le leí la mano a Lena
— ¿Cuándo lo hiciste?
—Hace unos días. Y mejor no quieras saber detalles. — dijo con picardía.
—¿Qué vamos a hacer?
— Nada— su tono fue repentinamente sombrío
Un silencio incómodo nos rodeó por varios minutos y fue ella quien decidió romperlo
— ¿Cómo la conociste?
— En la librería. Va a trabajar con Lena.
—¿Cómo es?
— Hermosa, con una mirada triste y es una mortal
— ¿Mortal?— se movió inquieta en la cama.
— Si
— Eso no lo vi, ni lo esperaba.
Mire a través de la ventana al patio con diferentes tipos de hierbas y plantas, una brisa suave golpeo mi piel y supe que debía decirlo.
— Hay algo más...— dijimos al unísono.
ESTÁS LEYENDO
Encantando a Charlie
FantasyLena es una bruja con una maldición. Charlie es una mortal común y corriente. El destino las unirá en una historia llena de fantasía, pasión y hechizos. El pasado de lena pesa mucho, pero el amor de Charlie ¿sera suficiente?