Capitulo 32 Fin

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Charlie.

Un mes pasó volando. Después de aquella terrible experiencia las cosas marchaban con normalidad aunque eso significara que tenía una novia que hacia aparecer un ramo de flores hermosas para alegrarme el día. Había retomado mis clases de medicina y ayudaba de vez en cuando a Lena en la librería aunque ya hubiese vuelto Blaveli, que era una rubia hermosa. Había momentos en que me ponía celosa de ella pero entonces Lena me miraba y todo desaparecía.

Giré la cabeza y vi a la pelirroja acostada a mi lado. Tenía una sonrisa infantil en los labios. Y sus ojitos azules brillaban de felicidad.

— ¿En qué piensas? — preguntó juguetona

— Siempre en ti, hermosa.— dije y besé sus labios rojos.

— ¿Por qué quiero hacerte el amor todo el tiempo?— dijo mientras se colocaba encima de mí y sentí su humedad.

— Por lo mismo que yo a ti

Su lengua acaricio mi cuello provocándome cosquillas. Pero siguió abajo y más abajo encontrando el lugar que me hacía gemir de placer. Como podía ser tan perfecto el arte del amor. Ella sabía dónde quería ser tocada y encontraba el punto con facilidad. Su lengua era una caricia sutil y placentera, capaz de hacerme gemir por lo alto sin importarme nada. La sujete del cabello cuando la extrema felicidad llego a mí. Lena se irguió y me lanzó esa mirada seductora y de satisfacción. Mientras recuperaba mis fuerzas ella reía satisfecha por su hazaña.

— Tengo algo que decirte, Charlie.— anuncio y se hundió a mi lado.

— ¿Que podría ser, amor?— pregunte muy curiosa.

Se aclaró la garganta y respiro hondo. Debía ser algo muy serio.

— Quiero que vivas aquí conmigo. ¿Te gustaría?— soltó con una rapidez chistosa.

Solté una risita divertida. Nada podía hacerme más feliz que estar con ella todo el tiempo.

— Por supuesto que sí, mi brujita. -— contesté y le di un beso.

— Podría ampliar la cabaña para tener todo el espacio que necesitas. Y también...

— No necesito mucho. Solo un baño decente y pues contigo me basta. Mientras menos espacio entre tú y yo mejor.

Soltó una carcajada divertida.

—Me haces realmente feliz, Charlotte.

— Y tú a mí, Lena.

— ¿Quieres casarte conmigo? — dijo lentamente y saco debajo de la almohada una cajita roja con estampados dorados.

La sorpresa llegó con lágrimas en los ojos pero no las derrame. Mi corazón vibro en el aire junto a ella. Lena abrió la cajita y dejo ver un anillo antiguo con una piedrita verde en el centro. Era el objeto más lindo que pude ver en mi vida.

— Oh Dios mío, Lena... Es realmente hermoso.— dije asombrada — Si, amor. Me casaría contigo mil veces. Y las mil veces lo haría enamorada hasta los huesos.

Lena me colocó el anillo y me lancé sobre ella y la llené de besos por todas partes. Sus dos propuestas me hicieron delirar de felicidad. La acaricie justo como me había enseñado y se estremeció en mis manos. Sus piernas me rodearon ante el deseo de más. Comencé moviéndome lentamente y a medida que aumentaba mi velocidad aumentaban los gemidos. Su respiración me golpeaba en la cara, era caliente y descontrolada. Supe de la llegada de su orgasmo cuando sus dedos se aferraron en mi espalda. Me hundí en su cuello sintiendo su sudor en mi cara y el olor de nuestro sexo se expandía por todo el lugar. Pase mis manos por debajo de su cuerpo y me apreté contra ella, jamás me separaría de Lena. Era todo lo que quería, lo que había deseado sin saberlo. Mi pasado, mi presente y mi futuro, ella llenaba todo los espacios vacíos de mi alma. Yo era totalmente de ella, le pertenecia.

Encantando a CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora