Charlie
Aun me avergonzaba recordar la escena, sentía las orejas calientes, me tapaba la cara y daba un saltito impulsivo cada que se me venía la imagen a la mente. Max me contó de la chica que se encontraba a un lado del camino y a la que prácticamente le caí en los pies, y eso me avergonzaba aún más. Había algo que no entendía y aunque le daba vueltas buscando una explicación lógica, no aparecía por ningún lado. Supuse tantas cosas sin sentido que terminé aceptando la explicación de Max. Él había dicho que mi pie se acalambró y se engarroto tanto siendo el motivo de un dolor tan intenso e insoportable, sin embargo, yo lo había escuchado, nadie me sacaba de la cabeza el sonido de mi tobillo al quebrarse, fue indudablemente escalofriante. Max aún se disculpaba por haberme dejado con una desconocida, me envío unos veinte mensajes con frases de arrepentimiento, se sentía avergonzado por entrar en pánico siendo estudiante de medicina, pero también dijo que yo le provocaba un descontrol total de sus emociones. Se había vuelto su frase favorita en las últimas horas.
En medio de tanto alboroto y de nuestra estúpida vergüenza ninguno de los dos había tocado el tema del noviazgo. Yo conteste «si» a su pregunta, pero no sé si él fue capaz de escucharlo. Igual esperaría a que él sacara el tema a relucir pues yo no me sentía con ánimos ahora que mi cabeza era un nido de arañas.
Su voz, su cabello, su piel, sus ojos y su tacto revoloteaban en mi cabeza como una libélula que se acerca a una lámpara caliente. Sabía que iba a morir pero estaba en su naturaleza sentirse atraída. No me sentí escandalizada por sentirme atraída a una chica pero no podía negar que era extraño, diferente y me inquietaba de alguna forma. Nunca en mi corta vida me detuve a considerar siquiera la idea. Definitivamente era un nuevo sentimiento; extraño e intenso.
Mis dedos bailaban sobre la mesa que se encontraba en mi habitación y en la cual intentaba estudiar, fracasando en todos los intentos. Mi concentración estaba hecha pedazos y no encontraba la manera de restaurarla. Mi corazón dio un salto cuando mis ojos encontraron el cuaderno de dibujo sobre unos libros de medicina, estire el brazo y lo alcance. En un gesto automático lo acerque a mi nariz y lo olí; desprendía un dulce aroma a lavanda mezclada sutilmente con nueces. Era como oler la primavera y supuse que así debía oler ella. «Los objetos suelen atrapar el olor de los dueños» me ruboricé ante la idea.
Fantasee sobre como seria su vida; me pregunte si podía ser una persona interesante. Probablemente era artista « sí», me encantaba la idea y tenía el cuaderno a mi favor. Le calcule entre veinte y veintidós años, definitivamente era mayor que yo. Imagine los libros que probablemente le gustaba leer, la música le gusta escuchar, lo que la hacía feliz, lo que la hacía llorar, que podría hacerla rabiar como niña, cuál sería su comida favorita, que haría en un domingo lluvioso, como sería la relación con sus padres, como se vería tomada de la mano; mi mano. Como basaría...
Maldije por lo alto cuando la alarma me despertó, mi mejilla derecha estaba acalambrada y sentía como si me hubiesen dado un golpe con una tabla, y todo tenía sentido pues me había quedado dormida en la mesa. Un rostro de delicados rasgos me miraba, era una mujer hermosa, sin embargo, la tristeza que se reflejaba en su mirada era casi palpable. Era muy parecida a la chica del parque quise suponer que era su madre. Seguramente el cuaderno era muy importante para ella, había cientos de dibujos de aquella mujer en diferentes posiciones. Entonces mi cerebro produjo la suficiente electricidad para encender una bombilla imaginaria, se me ocurrió súbitamente una brillante idea. Tenía la excusa perfecta para buscarla; devolverle su cuaderno.
Me pase toda la mañana en el parque y con cada segundo que pasaba me sentía más decepcionada, no había ni el mínimo rastro de ella. Mi cuerpo empezó a ponerse frío y me invadió un nerviosismo desagradable, realmente no había dado por hecho que el encuentro pudiera suceder. Todo estaba en mi cabeza y al estar allí lo hacía real. No me había tomado la molestia en pensar en las palabras que saldrían de mis labios al tenerla frente a mí. Salí corriendo tan rápido como pude. Comencé a sentirme sofocada como si el aire fuera demasiado pesado para mis pobres pulmones. Todo aquello era una completa locura. ¿En qué demonios estaba pensado? ¿Porque tanto interés en aquella chica? No hubo respuesta, era como intentar armar un rompecabezas en blanco.
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Encantando a Charlie
FantasyLena es una bruja con una maldición. Charlie es una mortal común y corriente. El destino las unirá en una historia llena de fantasía, pasión y hechizos. El pasado de lena pesa mucho, pero el amor de Charlie ¿sera suficiente?