Capítulo 2 Charlie Smith

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Charlie

   Salude tímidamente a Max era un chico extremadamente guapo, ojos verdes y mirada penetrante, piel bronceada y con una  sonrisa que era capaz de hacer sentir en las nubes a quien fuera afortunada de verla. Él me apretó fuertemente con sus brazos lo cual me sorprendió pues solo esperaba un beso tímido en la mejilla no un abrazo tan furtivo, se notaba que era muy atrevido. Que iba por lo que le gustaba sin perder tiempo.

—¡Me sofocas! —se me escapó y me avergoncé de inmediato.

— Lo siento, Charlotte.— dijo mientras me soltaba— es que estoy muy emocionado.

— ¿Podemos irnos ya? — pregunté en un intento de esquivar la declaración.

— sí, claro.

   Había conocido a Max hace varios meses en la fiesta de cumpleaños de mi amiga Emily, de repente apareció frente a mí y se presentó sin más. Hablamos toda la noche, teníamos mucho en común y era un chico muy agradable, no podía quejarme. Pasaron los días y mantuvimos la conversación por mensajes de texto y súbitamente empezaba a tener sentimientos confusos por él. No sabía si llamarlo amor pues nunca me había enamorado en los 18 años que tenía, pero disfrutaba cada momento a su lado. Estudiábamos en la misma facultad, la de medicina, pero él me llevaba un par de años.

Aquella mañana habíamos quedado en ir al parque  hacer ejercicios. Podía notar su mirada clavada en mí como si intentara desnudar mi alma. Sentía mis mejillas arder. Realmente podía hacer que me sintiera desnuda.

— Sabes nunca había conocido al alguien tan linda como tú, Charlotte —me dijo sonriente —y créeme que he conocido a muchas personas.

No sabía qué responder. Sin embargo me atreví a decir:

— Gracias, sabes cómo hacer sentir bien a una chica.

— Es  que toda tú eres hermosa, tú sentimientos son transparentes: sinceros. Me haces sentir seguro. Poderoso.— dijo mientras movía sus manos de un lado a otro

 Reí con timidez. Era claro que yo le gustaba y no intentaba ocultarlo y aunque decía cosas que no entendía o frases que se salían de contexto a veces, me hacía sentir única, importante y llena de vitalidad.      

   Caminamos un rato es silencio contemplando el paisaje, el día era radiante, y no hacía mucho calor. El clima era perfecto. Era un día como esos que solo sucede en el final de una película romántica, perfecto. Pero perfecto ¿para qué?

   Empezamos a correr lentamente y podía notar la agradable presencia de Max a mi lado, su olor era fuerte y fresco como a hierbas aromáticas; hipnotizante. Suspiré profundamente intentando retenerlo el mayor tiempo posible. Realmente me gustaba demasiado Max y hasta ese momento me daba cuenta. Era el tipo de chico que todas desean para casarse y formar una familia. ¿También deseaba yo eso?  

 Intentaba seguir su ritmo cuando preguntó de repente

— ¿Quieres ser mi novia, Charlotte Smith?

   Me quede atontada, no podía creer que me lo preguntara de aquella manera. Además ya nadie lo pedía así en nuestra época, pero era muy tierno de su parte, noté como sus mejillas se ruborizaron un poco, era inevitable no sentirme conmovida y feliz por su propuesta.

— Por supuesto que sí, Max... 

Todo sucedió tan deprisa que tardé en percatarme de lo que había pasado. Escuché un escalofriante sonido, igual al que hace una rama de un árbol cuando se quiebra. Solo era consciente del terrible dolor que provenía de mi tobillo derecho. Quería gritar y llorar al mismo tiempo, rodé por la hierba y mientras daba vuelta podía ver la cara de preocupación de mi acompañante.

— ¿Charlotte, estás bien? —Preguntó Max con voz ronca

No era capaz de responderle; el dolor era horrible. Sentía muchas manos tratando de levantarme, pero yo solo me quejaba por lo alto  y entonces fue cuando la escuché.

— Deberías buscar ayuda, yo me quedo con ella — su voz era suave y  cálida por un segundo olvide mi dolor y trate de buscar de donde provenía.

 Sentí que un par de manos me soltaron, sin embargo, no quede desprotegida y fue allí cuando la vi. Su cabello era lo primero en destacar, era entre naranja y rojo, un tono que nunca había visto en mi vida. La hacía ver exótica y peligrosa al mismo tiempo. Sus ojos eran tan azules y profundos como el océano, eran capaces de sumergir cualquier duda que alguien pudiera tener. Su piel era extremadamente blanca, pero no falta de brillo. Me dedicó una sonrisa y por un momento creí que soñaba.

—Estarás bien, tranquila —dijo amablemente

Algo no encajaba. Podía notarlo, es más, podía sentirlo. Aquella voz dulce no concordaba con aquella apariencia salvaje. Mis sentidos empezaron a fallar y me sentí mareada, era un éxtasis entre la felicidad y el dolor. Algo que jamás creí poder sentir. Y fue cuando me desmayé y caí completamente en sus brazos.  

Encantando a CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora