Capitulo 18. Agonía

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Ellisia

  Estábamos esperando que llegara Lena para terminar de celebrar su cumpleaños, pero no contábamos que llegara de la forma en que lo hizo.

  Apareció en el medio del cuarto. Estaba toda cubierta de sangre, y tenía la mitad de la cara quemada y el pánico me invadió cuando vi el metal que sobresalía de sus costillas. Solté un grito de terror. Charlie estaba tirada en el piso inconsciente y pensé que solo estaba desmayada, pero era más grave de lo que creímos.

 Ema se lanzó al piso inmediatamente, su rostro era de total desconcierto y terror y me imaginé que así me veía yo.

Tome a Lena que cayó al piso y la gire, tenía un aspecto aterrador.

— Charlie... Charlie... Char...— susurraba en lamentos dolorosos.

— Por los cielos ¿quién te hizo esto Lena? — de mis ojos brotaron las lágrimas. Inmediatamente susurré unas palabras y su rostro sanó pero no completamente. Y fue allí cuando Ema le dio la vuelta a Charlie. Estaba de un tono púrpura pálido. Su respiración era tan débil que apenas se escuchaba.

— ¡Se está muriendo, Elli! — Grito Ema en pánico. — apenas puedo escuchar su corazón

Ema coloco sus manos en el pecho de la chica y dijo varias veces una oración, pero no había una mejoría.

— No funciona— dijo en un aullido — no está funcionando

— Cálmate Ema — grite — intenta otro hechizo.

Ema volvió a colocar las manos en su pecho y rezo una oración diferente, pero no sucedió nada.

— ¡Pero qué demonios! — grite desesperada — cura a Lena yo lo intentaré con ella.

Cambiamos de lugar. Lena se retorcía de dolor en su lugar estaba completamente aturdida, en cambio Charlie estaba inmóvil.

— Sálvala Elli... Por favor. ... dijo Lena tan bajo que me costó oírlo.

 Sentía que tenía el peso del mundo en mis hombros. Ema tomo el metal con manos nerviosas y lo saco de un golpe, Lena aulló de dolor y la sangre empezó a salir de todas partes; de sus costillas, de su boca. Pero Ema fue rápida y dijo una oración y la sangre empezó a revertirse, metiéndose a su cuerpo  nuevamente. Respiraba con dificultad y aún se revolcaba confundida. Debía ser el efecto del hechizo de aparición.

  Yo le rasgué el vestido a Charlie dejándola desnuda en el pecho. Debía estar concentrada para lo que iba a hacer, tome aire profundamente e intente relajar mi cuerpo. Coloque las manos encima tocando su piel pálida y helada y dije el cantito que necesitaba. Sentí como mi alma se despegó violentamente de mi cuerpo. Entre en una oscuridad absoluta y en el fondo puede ver una luz pálida. Era el alma de Charlie y un halo de maldad la estaba cubriendo y se estaba desintegrando lentamente. Intente apartarla con un hechizo, pero no se movió. Ni importo cuanto lo intente. De repente me ardían las manos en mi cuerpo y supe que tenía que volver. Cuando abrí los ojos vi que mis manos se estaban poniendo negras.

— Es imposible, Ema — dije con lamento. — se está muriendo, le queda poco tiempo.

Escuche el quejido de Lena ahora sobre la cama. Se movía con violencia, intentaba levantarse, pero volvía a caer pesadamente.

— ¿Qué hacemos? — Ema se movía en círculos pequeños.

— No lo sé.

Isac llego hecho un manojo de nervios. Se lanzó sobre Lena que se había desmayado. Y solo lloró desconsolado.

— Isac, tenemos otro problema.— dije con rapidez

— ¿Qué otra cosa peor pudo ocurrir? — dijo en un hilo de voz.

— Es Charlie. Se está muriendo. Está en el cuarto de huésped. Lena logró traerla junto con ella.

— Pero, pero...—  salió corriendo

Nos encontramos a Ema colocándole un camisón a Charlie. Se veía tan demacrada, estaba dando el último respiro de vida. 

— Ya lo hemos intentado todo — dijo Ema tan pálida como Charlie.

— Debemos seguir intentándolo. Lena nunca nos perdonaría que las dejemos morir. —  anuncio Isac.

Isac preparo varias pociones que introdujimos a la fuerza por la garganta de Charlie, pero no había ninguna reacción. El intento varios hechizos con sus manos, pero sufría el mismo efecto que tuve yo; las manos se le ponían negras.

— Es inútil — anuncio

 Ema lloraba en un rincón de la habitación. Ocultaba su cara en la oscuridad, en un acto que no entendí me acerque a ella y le toque el hombro, ella se giró y se hundió en mi cuello así como lo hacía con Lena.

— Lena nunca no los perdonará... — dijo en suaves lamentos. 

Entonces me di cuenta de que era verdad. Ella era su alma gemela, Lena nunca nos iba a perdonar. Sentí que mis piernas se tambalearon. Estaba muy débil, el hechizo que  había usado requería de una magia muy poderosa.

— ¿Te sientes bien? — preguntó Ema.

— Si— mentí

— Claro que no.— dijo apartándose.— mírate las manos. Déjame curarte.

Tomo mis manos entre las suyas y una sensación cálida me sacudió. Nunca antes había sentido algo así. Ahora entendía por qué era capaz de calmar a Lena es sus peores momentos. Y dije amablemente: 

— Gracias, Ema.

Encantando a CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora