16. Deseo De Navidad

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Efectivamente, la navidad llegó y Hermione al punto de hacer otra locura, incitada por el bueno de Draco, quien le estuvo rogando que pasara la navidad en su castillo, por lo que la enamorada Granger, aceptó.

Hurdiendo una hábil mentira con sus padres, logró que la dejaran pasar, a regañadientes, la navidad en el colegio... aunque de ahí, ella se escaparía para el castillo de Draco.

Era la primera vez que se respiraba alegría y música, las tías del rubio, cantaban y ponían horribles villancicos americanos, amenizando todo el castillo, colgando adornos a diestra y siniestra.

Claro que Draco y Hermione aprovechaban a pararse bajo algún muèrdago para besarse a gusto.

-¡Esta noche será una navidad estupenda! - decían las tías
-¡Comida, bebida, alegría y diversión!

-Hemos invitado unas viejas amigas, espero que no te moleste Draquito

-Para nada tías, están en su casa...
-¡Oh, que alegría, por fin, habrá diversión en este castillo!

Draco besó con intensidad a Hermione, esta vez sin estar bajo el muérdago, pero fueron interrumpidos.

-¡Mj, mj, esos besos niños! - sonrieron - ¡Qué no pase mas allá! ¿eh? ¡porque asi se empieza!

-¡Si quieren algo más ... pues solo casados, nosotras somos chapadas a la antigua!

-¡Manos quietas Draquito!

Los chicos sonrieron ruborizados, pero la verdad era, que ahora, con cada beso que se daban ,ambos sentían hervir su sangre y aumentar los latidos de su corazón y mirar con intensidad y un brillo especial en los ojos.

Susana y Bethel, las tías, llevaron un grupo de brujas de su edad, las cuales, reían escandalosamente y en las ventanas del castillo, enviaban hechizos, pese a que ya estaban advertidas que no debían llamar mucho la atención.

¡Pero asi son las brujas americanas! En fin, una de ellas comenzó a preparar un ponchecito, que pese a lo dulce, si estaba un poco mareador, y al tercero, Hermione ya sentía que todo le daba vueltas... y Draco no andaba menos peor.

-¡Estoy mareada! - reía Hermione escandalosamente

-Yo también mi amor - y ambos tenían las mejillas rojas, y el rubio lucia el cabello suelto, sobre su rostro, lo que lo hacía peligrosamente irresistible. Y las amigas y las tías seguìan en su relajo.

-¿Por qué no vamos a dar una vuelta? - preguntó Hermione - Creo que asi se me bajará lo mareada

-Buena idea princesa... este... Tías les llamó Draco - Hermione y yo bajaremos a dar una vuelta, regresamos en un par de horas.

-Si Draquito, ve, ¡pero no tarden!

-¡No se pierdan! ¡se cuidan! ¡solo besos! - decían algunas de las amigas y la parejita bajó, pero no solo al jardín, ambos terminaron en un pub para hechiceros, clandestino.

-¿Quieres tomar algo mi amor? - preguntaba Draco aún mareado.

-¡No hay lugar! - decía la castaña igual de mareada - cuando de pronto, un alegre lugareño, les ofrecio compartir la mesa.

-¡Anden, anden chicos sentaos conmigo y bebamos hoy, que es noche buena!

-Bueno - dijeron los chicos y tomaron sus cervezas de mantequilla acompañando al lugareño, que ya andaba bastante pasadito de copas.

-¡Me llamo Elmer... hip... soy casamentero... hip! - decia entre copas y los chicos ya seguían con la segunda cerveza, igual de alegres.

-¿Cómo dijiste? ¿casa que?
-¡Casamentero... sho caso a la gente...hip! ¡Y tengo licencia para... hip... matrimonios urgentes... hip!

Solo Quédate en Silencio. Primera Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora