[24] Ser yo

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—Bien

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—Bien. Hemos llegado —dijo José Luis, abriendo la puerta —. Diviértete.

Esas fueron las primeras palabras que mencionó durante el trayecto y al detener el automóvil fuera del edificio en el que vivía Laura. No estaba molesto, eso puedo asegurarlo con solo ver su expresión, pero tampoco se veía muy feliz que digamos. De todos modos bajé y no quise voltear a verlo, ya que toda la situación se sentía extraña para ambos.

—Gracias —respondí, tomando la falda del vestido a rayas que llevaba puesto.

—¿Necesitas que venga por ti más tarde?

—Tomaré un taxi, no te molestes.

—No es molestia, lo sabes —insistió.

Y si bien sabía que no podía hacerlo porque estaba en la calle, a plena luz del día, sentí un enorme deseo de besarlo.

—Lo sé. No te preocupes.

Antes de despedirme de José Luis, vi a París saliendo desde dentro del edificio y alzando una mano para saludarme.

—Parece que te buscan —dijo él desde el interior.

—¿Paris? —arrugué el rostro, ya que creí que sería Leonardo quien aguardaría por mí.

—¿Quién es ese?

—Es el novio de Laura.

—¡Wow! —exclamó en tono burlón —. No parece muy...

—¡Su estilo! ¡Lo sé! Todo el mundo lo dice —agregué —. Ellos son... bastante diferentes, a decir verdad. Se complementan, quizá es por eso que... funcionan tan bien —murmuré.

—¿Qué dices?

—Nada. Ignórame. Te veo más tarde.

Entonces caminé en dirección a la entrada, saludé a París y ambos nos metimos en el elevador.

—¿Él se encuentra aquí? —pregunté.

Paris alzó la cabeza y luego de suspirar, dijo:

—¡Sip! Está arriba, leyendo el manual de "como no cagar la fiesta de cumpleaños o momentos especiales a tu novia".

Me reí del comentario.

—Imagino que carga ese libro desde que comenzamos a salir, ¿cierto?

—Claro. No quiere arruinar las cosas contigo y además, ¡es un gran libro! —agregó en tono de broma y una carcajada apretada se coló entre mis labios —. Pero ya, en serio, Leo no es un tipo celoso, jamás actúa así y... créeme lo sé bien. Él ha tenido muchas novias —dijo Paris ladeando los ojos —. Es un tipo de relaciones; cortas, sin sentido, ¡desastrosas, horribles, patéticas!, pero en verdad le agrada tener a su chica.

—¡Wow! Eso sí que me hace sentir especial —dije, cruzando los brazos.

En ese momento él elevador se detuvo, habíamos llegado.

Eva en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora