[06] En evidencia

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Alrededor de la 2:00 AM nos encontramos fuera del lugar llamado Maleva

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Alrededor de la 2:00 AM nos encontramos fuera del lugar llamado Maleva. Para ser honesta, se veía mejor de lo que esperaba, al menos no lucía tan corriente por fuera y la larga fila que se alzaba en la entrada indicaba, a mi parecer al menos, que ese lugar de seguro era el que resultaba más interesante del distrito.

Apenas Laura y yo bajamos de su automóvil, pude sentir las miradas convergiendo hacia nosotras. ¿Tan distintas nos veíamos del resto de las chicas? No lo sé, pero en cuanto nos acercamos, oí comentarios que hicieron algunas muchachas de la fila, sobre lo presumidas que luciamos Laura y yo. ¡Qué novedad! Es decir, Lau tenía razón cuando decía que no podía evitar ser envidiada por otras chicas, ya que ella causaba sensación a donde quiera que fuera; ya sea por sus cabellos, su extravagante vestimenta o su singular belleza, pero siempre atraía miradas de todo tipo. Y esa noche no fue la excepción, apenas pasamos a un lado del sujeto que se hallaba en la puerta de acceso, este no hizo señas y nos dejó pasar sin la necesidad de hacer fila como el resto. ¡Vaya! Las chismosas que quedaron fuera de seguro deben odiarnos más en este momento.

—Ev, deberíamos ir al baño primero, para darnos un retoque antes de dejar que cualquier chico nos vea.

—Acabas de retocar tu maquillaje en el retrovisor del automóvil —le recordé, observando en todas direcciones.   

—¡Lo sé! Pero nunca es sufriente cuando se trata de lucir atractiva. Recuerda: "los hombres son muy visuales".

Sólo negué con la cabeza, en verdad no sé qué esperaba ella de esta noche, de salir a recorrer este lugar, pero yo no podía dejar de pensar en lo enfadado que se encontraría José Luis conmigo en estos momentos. No sólo lo había dejado a mitad de nuestra conversación, sino que además ignoré un par de llamadas que hizo luego de eso. No podía volver a hablar con él estando Laura presente.

—¿A quién buscas?— preguntó ella, de repente e interrumpiendo mis pensamientos.

¿Qué?

—Emm, a nadie— balbuceé, la pregunta me tomó desprevenida.

Ella me observó con picardía.

—Buscas al rubio. ¿No es cierto? 

—¿Qué? ¡No!

—¡Oh, vamos! 

—¡Laura!

—¡Está bien! Sólo creo que si lo hallamos, quizá él podría decirnos si este lugar vale o no la pena, y quizá incluso tenga algún que otro amigo para presentarme.

—¿Amigo?— dije de manera exagerada —. Si lo dices porque tienes la errónea idea de que él y yo…— la observé fijamente, ella sonreía de manera burlona —, puedes quedártelo. Yo ya tengo a…alguien más.

—¡Si, como digas! Jamás te haría eso amiga, además, estoy segura de que debe tener más amigos como él. ¡Míranos nada más! Siempre nos relacionamos con personas similares a nosotros mismos.

Eva en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora