[04] Juegos

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¡Hola de nuevo, chiquistrulis! Espero se encuentren bien, porque bueno, en este capítulo veremos como sube la temperatura de nuestra prota

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¡Hola de nuevo, chiquistrulis! Espero se encuentren bien, porque bueno, en este capítulo veremos como sube la temperatura de nuestra prota. Okey, okey, okey...Eva es una chica con la sangre muuuuuy caliente, así que por aquí comenzaran a ver algo de "su vida cotidiana".

Espero lo disfruten y puedan dejarme sus opiniones. Nos leemos...


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—Entonces ¿se encuentra mejor?— me preguntó Laura, mientras la manicura aplicaba la última capa de esmaltado a sus uñas.

—Sí. Esta mañana ya se levantó mucho mejor y regresó a su casa. Sus padres no preguntaron demasiado al respecto.

—¡Qué extraño! Ya que Adrián es un mimado.

—Sí, es cierto. Pero les dijo que pasó el fin de semana conmigo, así que no se preocuparon más de lo necesario.

—¡Oh! Genial— dijo ella, mirando hacia los lados —. Supongo que ustedes entonces, ¿tocaron el tema?

—¿Tema? ¿Qué tema?— exclamé confundida.

—Sí. Sobre sus...tu sabes. El hecho de que siga frecuentando a Dante es nocivo para sí mismo. ¡Tú eres su novia! Quieres lo mejor para él y él debería obedecer a todo lo que digas.

Ante esas últimas palabras dichas por Laura, no pude evitar notar la sonrisa burlona en el rostro de la mujer que secaba mis uñas. Y lo comprendía a la perfección. Para Laura, la palabra noviazgo o el hecho de tener una relación sentimental con alguien, era sinónimo de obediencia absoluta hacia sí misma. Es decir, no era una dictadora ni nada por el estilo y por lo general tenía razón en muchas cosas, pero básicamente, quienes aspiran a ser sus novios, debían ser una especie de perros falderos. O al menos eso era lo que ella esperaba.

—Lau, él sabe lo que opino, pero no puedo decirle que hacer. No soy su madre.

—Entonces habla con ella. Dile lo preocupada que estas por su hijito y ¡bam! Tendrás a la vieja de tu lado.

—No puedo hacerle eso. Adrián no volvería a hablarme si...mira, ya olvídalo— pensé en que ojalá las cosas fueran así de simples. 

Pero lo cierto era que Laura no tenía noción real sobre la relación que Dante y Adrián compartían. Porque siendo franca, eso no era una amistad, ni nada que se le parezca. Porque ¡sí! Mi "novio" estaba perdidamente enamorado de ese imbécil de Dante, quien dicho sea de paso: no era gay o bisexual o siquiera alguien capaz de manifestar un afecto real por otra persona. Y Adrián lo estaba muy al tanto de eso. Pero aun así, no iba a darse por vencido y como es bien sabido, a cada causa hay un efecto; el cual solía darse cada que Dante permitía un acercamiento entre ambos, estos debían ser recompensados monetariamente, lo cual no representaba un problema para el heredero de los Páez Kent siendo una familia acaudalada.

Eva en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora