[13] Mis reglas... Sus reglas

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Hola de nuevo

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Hola de nuevo. Y como ya había dicho la vez anterior (me refiero a la primera vez que subí la novela) ¡este es el momento crucial en la vida de una chica/mujer! Es decir, la primera vez que vas a la cama con alguien que te gusta y por quien, en el caso particular de Eva, cuesta reconocer que te mueve el piso. 

En fin, si leyeron la novela original ("Eva, la primera mujer...de la que me enamore"), me gustaria que me comentaran que les gusto más; como se describe desde el punto de vista de Leo esta situación o cómo lo va contando Eva. Creo que intente darles un aire distinto y personal a cada uno, pero la palabra final la tiene ustedes. Así que...nos leemos 

Al llegar al dormitorio una densa oleada de calor me embargo

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Al llegar al dormitorio una densa oleada de calor me embargo. Sentía mi piel arder, además de que mi respiración era ahogada. ¡Estaba nerviosa! Extrañamente sentía nervios por lo que estaba punto de ocurrir.

Aguardé detrás de la puerta y al cabo de unos cuantos minutos, él hizo su aparición: dientes blancos, sonrisa perfecta, esos enormes ojos celestes sobre mí...todo eso y más, sería absolutamente mío por las próximas horas. Leonardo se quedó tieso, delante de mí, observándome y en un solo arrebato me tomó entre sus brazos, presionándome contra él con fuerza, al punto tal de sofocarme con su boca. ¡Se sentía tan bien!

—Leonardo— dije, separando mis labios de los suyos —, espera...

—No, no puedo— respondió, claramente excitado.

No sé porque, pero aun sentía deseos de probarlo tan solo una vez más.

—Por favor, es importante— gemí a su rostro.

Sus ojos se abrieron y me contemplaron con voracidad.

—Okey, okey, okey— dijo, respirando de manera entrecortada —. ¿Qué sucede, nena?

—Es que...no quiero...hacerlo...así.

—Estás bromeando, ¿cierto?— exclamó alarmado, se veía tan gracioso —. ¡Eva, estás desnuda y yo estoy...!— luego de eso se llevó una mano a los pantalones —. ¡Tan sólo tócame!

No pude evitar reír, es decir, parecía que estaba a punto de desquiciarse.

—No me refiero a eso, bobito— dije —. Es que...

Eva en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora