[26] Lazos

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Al día siguiente me despierte radiante

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Al día siguiente me despierte radiante. Si, es una expresión que no suelo utilizar, pero realmente me sentía de esa manera. Es decir, la noche había sido increíble y ahora no sólo me sentía descansada, sino que hacia un buen tiempo que no me despertaba con la certeza de que era amada en cuerpo y alma, porque, si bien José Luis en alguna que otra ocasión lo decía, luego sus actitudes me demostraban lo contrario y a diferencia de Leonardo, él comenzaba a verse falso. En fin, me levante sigilosamente, pero al hacerlo Leo me tomó de un brazo, obligándome a caer sobre la cama y junto a él nuevamente. Acariciando mi rostro, dijo:

—Buen día, preciosa.

—Buen día, mi amor —respondí, metiendo un mechón de su cabellos detrás de la oreja —. ¿Dormiste bien?

—Muy bien —dijo, abrazándome y hundiendo su cara en mis pechos.

—Leo —dije, riendo —, ya deberíamos levantarnos. Tú debes regresar a casa.

—¿Y tú qué harás? —preguntó, frotando su rostro contra mis senos. Parecía un cachorrito buscando cariño.

—Iré contigo al distrito —entonces alzó su cabeza para mirarme —. Quiero visitar a mi madre —él se me quedó viendo e inmediatamente sonrió —. ¿Qué? —exclamé, ya que su expresión me sugería algo más.

—¿Sabes cuál es la parte de tu cuerpo que más me gusta?

¿Qué? No puedo creer que esté preguntándome eso.

—Amm, déjame adivinar —dije, en un tono irónico e instantáneamente tomé mis pechos y los apreté.

Él río.

—Son lindos y me gusta jugar con ellos, pero no. Hay algo que me gusta aun más.

Estiré los labios y arqueé las cejas en una expresión pensativa. Y luego dije:

—Okey, eres hombre y no es muy difícil de adivinar, apuesto que... ¡Mi trasero!

—Bueno... Es increíble cuando me dejas tocarlo, lamerlo y sobre todo cuando me dejas meter mi...

—¡Leo!

—Okey, es hermoso, pero tampoco es eso.

Lo observé risueña. ¿A qué clase de juego estaba jugando?

—La verdad es que... Me rindo —dije, alzando las manos y adoptando un gesto de sumisión.

—¡Eso es! ¡Ahí esta! —dijo él, razón por la que yo fruncí mis cejas ya que no comprendí a que se refería —. Bueno, en realidad se trata de una expresión que haces con una parte de tu cuerpo. Mas precisamente, con esta —dijo, tocando mis labios —: Me encanta cuando, estiras tus labios y los dejas semi abiertos, se ven tus lindos dientes y ese es un gesto en realidad serio y... Sexy. Fue lo que más me atrajo de ti la noche en que te conocí, parecías tan imperturbable y... Por encima de cualquier chica que hubiera visto antes.

Eva en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora