Eva en el espejo

[33] Un nuevo error

¡Buenas, buenas! Seré breve en cuanto a qué decir de este capitulo: desde aquí, comienza el descenso a la locura de Eva. No sé si lo han notado, pero ella no es muy estable. No solo por la forma en la que se crio, sino también porque ya lo trae en los genes. Espero disfruten de este capitulo. Nos leemos...

El agua de la bañera comenzaba a enfriarse, pero en verdad no me importaba. Alcé mi mano derecha y observé la piel de mis dedos, la cual lógicamente se hallaba arrugada luego de estar allí sumergida por más de una hora.

A mi mente no dejaban de suceder posibles desenlaces para el infeliz de Iván Blanco, porque sólo deseaba lo peor para él. Bien, era un hecho que por los acontecimientos ocurridos con Leonardo la última vez en mi habitación, yo no había vuelto a hablarle y él tampoco había intentado hacerlo. Pero no me extrañaba en absoluto, porque, a juzgar por su reacción, él no estaba preparado para saber quién era yo en verdad. Y yo era perfectamente consciente de eso. Es por ese motivo que lo escondía de él todo el tiempo, incluso lo ocurrido con Ónix sucedió por la misma causa; pero jamás conté con que ese mal nacido de Iván Blanco aparecería. De sólo pensarlo mi cuerpo se tensaba.

Me frustraba no poder recuperar la calma, porque recién hasta ahora el temblor en mi cuerpo parecía mermar gracias al agua caliente. Ya que mis propias reacciones me dejaban en shock.

Días atrás, luego de que Leonardo se marchara de mi habitación, después de no poder conseguir una erección y una discusión mediante, salí del baño de mi habitación con el brazo derecho bañado en sangre, además de cojear porque una estúpida astilla del espejo roto se clavó en mi pie. Caminé hasta la cama y oí mi teléfono sonando. Observé la pantalla, era una llamada de José Luis, pero no iba responder, lo que tenia para decirle quería decírselo frente a frente. Arrojé el aparato sobre la cama y luego me senté en el borde, busqué en la mesita de noche y saqué el libro que él me había regalado hacia algunos años atrás, "Juliette o las prosperidades del vicio", busqué el pedazo de fotografía que aún conservaba dentro de este y aunque en ella sólo se veía mi retrato, me era imposible no recordar ese día. Ese cumpleaños correspondía a dos años después de mudarme a la ciudad. Ese "día especial" José Luis vendó mis ojos y condujo hacia las afueras, ya que Rachanna aun se encontraba en el departamento padeciendo sus alucinaciones y él pretendía que nada nos interrumpiera, porque ciertamente, darme un beso negro fue lo más tranquilo de aquella tarde. Y luego de eso, bueno, el espectro sexual para mí se hizo más amplio y fácil de asimilar. Había ocasiones en las que él había pedido mi ayuda, para "entretener" a alguno de sus clientes o para ayudar a cerrar algún negocio en particular. Y luego de experimentar con otros sujetos bajo su supervisión, bueno, supe que podía obtener lo que yo quisiera de cualquier hombre. Y todas esas experiencias fueron las que me impulsaron a tomar la determinación de acostarme con cada profesor que me ofreciera una ventaja para mi futuro. Tuve la oportunidad y la tomé. Pero con el tiempo comprobé que no todo era así de simple, porque los hombres hablan y en ocasiones, hablan demás. Lo cual lógicamente, no era conveniente para mí. Mucho menos en esta ocasión, porque... Yo quiera todo de Leonardo y ahora eso pendía de un hilo. En verdad quería que él... Me viera tal como la primera vez que me había visto: impoluta, perfecta y destinada para él. ¡Pero gracias a ese mal nacido de Iván, ya no sería así!