El rostro es el espejo del alma y los ojos, sus delatores.
CicerónGrecia Wilson
Dormí aproximadamente 3 o 4 horas, no podía consiliar el maldito sueño, ni el aire de la madrugada logró consolarme, ahora mismo solo necesitaba un pellizco en la mejilla y la voz de mi madre diciéndome:
«–Cariño, despierta, fue solo un mal sueño.
Eso no iba a pasar, al menos no hoy. Me levanté y me acomodé como pude, en la habitación había ropa estándar, pero la mayoría me quedaba super holgada. Bueno en estos momento mi vestuario era lo menos importante.
Salí del cuarto rumbo a la cocina, apenas eran las 8 de la mañana, demasiado temprano para mí, aunque contando que el instituto había empezado hace más de dos mes era bastante tarde.
Mi cuerpo dolía, y no sabía el porqué, quizás había sido la noche de asco que había pasado, o la misma predisposición que llevaba por lo que fuera a pasar en el día.
Tomé la decisión de no ir hoy al colegio. Debatí bastante con mi yo interior para poder llegar a tal discusión.
–Tienes que ir Grecia, es la escuela no te das cuenta.
–Por supuesto sé que es la escuela y una de las cosas más importantes para mí, de ello depende mi futuro.
–Entonces, vas a ir.
–No, suena estúpido pero no iré, Mario también es demasiado importante para mí, y no quiero futuro si no es con él.
–Como creas conveniente Wilson, suerte con eso de explicarle al presente que solo aceptas su futuro si estás con él.
–Así será...
Y así fueron mis primeros inicios en la esquizofrenia.
Ok no, seguimos...
Quería convencerme a misma que no estaba mal faltar a la escuela. Nada estaría mal, si era por Mario. Además muchos estudiantes e inclusos maestros se tomaban el día o la tarde de hoy, ya que el de ayer habían celebrado hasta tarde la fiesta de San Juan.
Tomada la decisión, salí al fin la cocina. Esperaba una cocina con las personas habituales de personal, pero no, solo estaba Clara la cocinera, de espaldas haciendo algo que parecían huevos revueltos, faltaba la señorita que se encargaba de ayuadarla, la de limpieza, y el mayordomo regordete que peinaba canas.
En la isla estaba un rubio de unos cuarenta y tanto años, se encontraba observando muy concentrado el café en la mesa, como si el mismo pudiera darle todas las respuestas que necesitaba. Llevaba un traje similar a los que se ponía papá, no lo conocía, pero por la situación deduje que era el señor Mario Jesús Padilla, el padre de mi novio.
En mis 2 meses como novia de Mario y en los 4 meses que llevamos desde el inicio de nuestra "amistad", no había tenido la dicha de conocer aquel señor, lástima y lo conocía en una situación como esta.
Mi suegro viajaba mucho, incluso más que mi papá, se pasaba hasta más seis meses lejos de su hogar, según Mario era mejor, su padre era genial, pero hacía ya un poco más de 5 años, no tenía buenas relaciones con su madre.
Vivían juntos pero ya no era pareja, mi chico no profundizó mucho sobre el tema pero entendía lo que debía sentir, no era sencillo vivir con dos personas que no se querían, por el simple hecho de guardar una imagen de familia perfecta, mi novio sufría y sí para el estaba bien estar lejos de su padre para mí eso era más que perfecto.
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El Silencio Que Dejaste.(Proceso)
Teen FictionGrecia calla muchas cosas que siente y eso hace que pierda mucho en el intento, pero ¿Por qué decide callar? ¿Será que sus motivos no son suficientes para luchar? [...] "La cura existe, si al principio hubo herida" Borrador(faltas de ortografía) C...