Capítulo 5:Padilla, Padilla, Padilla, ¿ya te mencioné a Padilla?

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Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él.

Florence Nightingale.


Enamorada.

Perdida.

De.

Mario.


Desde aquella vez, digamos que me obsesioné un poco con Padilla, solo un poco ¿si?, no mucho enserio o bueno...

Si mal no recuerdo, a partir de ahí no pasaba un día en el que no mencionara más de 5 veces aquel apellido, según mi mamá para mis diez años en aquel entonces ese niño se había convertido en mi amor platónico.

¿Amor platónico?

«–Cuando conocí a tu padre, también era mi amor platónico o de chocolate como me decía tu abuela.– recuerda mi mamá.

–Si, fue hace muchos años de eso, pero yo lo recuerdo como si hubiera sido ayer, fue tan lindo como de un día a otro le llamé la atención a aquel pibe ojos verdes que me gustaba.

–Mami, ¿tu crees que algún día Padilla me haga caso como lo hizo papá contigo?

–Todo siempre es posible pequeña»

Al día de hoy ese “todo es posible” sigue significando lo mismo que hace tantos año atrás.

Sí, sí, y sí mi madre siempre estuvo al tanto de mi enamoranmiento-platónico-obsesivo con Mario, desde siempre me había dado toda la confianza de mundo y yo había sabido aceptarla, más que mi madre siempre fue mi más fiel amiga.

[...]

Nikki también había sido testigo de mi obsesión compulsiva por aquel rubio, siempre fue una gran compañía, no era fácil soportarme hablando de lo perfectamente perfecto que era mi Mario uwu.

«–¿Nicole?

–Si, Wilson.

–Tu también crees que algún día Padilla me haga caso.

–Claro, Wilson.

–Gracias por escucharme, Gavasa.

–Siempre y para siempre. ¿Recuerdas?

–Obvio, siempre y para siempre.

–¿Grecia?

–¿Si?

–TODAVIA LLEVO SU NOMBRE EN MI CUADERNO...–canta mi amiga a todo pulmón, sabiendo lo mucho que amaba esa canción.

–PARA QUE SEPA QUE YO AUN LO ESTOY QUERIENDO...»

“Siempre y para siempre”

Esos recuerdos de pequeñas llegan a mi mente a cada rato, y aunque sí crecer es genial, nada se compara con cantar a todo pulmón a Macano y a Josenid todo el rato.

[...]

Lucía mi hermana menor también me acompañaba con mi síndrome: "Padilla, Padilla, Padilla", Lucía apenas tenía 7 años cuando yo debuté como "enamorada perdida", pero igual ponía de su parte al escucharme, ya que aquello no tenía porque importarle, siempre lo tomó como una de las tantas historias de amores imposibles que le leía.

«–¿Al final quedan juntos hermana, o mueren como Romeo y Julieta?– pregunta la pequeña Lucía con sueño.

–Aún eso nadie lo sabe Lucí, quizás el príncipe Mario si termine feliz para siempre junto a la princesa Grecia.

El Silencio Que Dejaste.(Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora