Grecia Wilson
Pasaron los reyes, la nieve ya desaparecía de las calles, solo quedaba el aire frío como reciduo del invierno. Las clases en el Instituto aún no empezaban hasta dentro de pocas semanas. Este sería mi último año de Instituto y aún no tenía muy claro que estudiar.
Enero se fue volando y justo su último día, Marina cumplía años. Mario ya había empezado sus estudios en la Universidad, mi novio estudiaba derecho al igual que su padre; era una carrera pesada con las materias, lo que nos había distanciado un poco.
Era martes en la tarde; ésta sería mi tercera fiesta con las Tapias. Las dos anteriores me habían traído recuerdos muy bonitos, por eso me hacía tanta ilusión.
Las 3 de la tarde llegaron, y con ellas Mario de la universidad. Él como yo, tenía ganas de asistir al evento; sus deseos de despejar un tanto de los estudios eran notorios.
Al final de la tarde, ya estábamos listos, decidimos ir bien temprano, para regresar temprano porque el rubio al día siguiente debía retomar los estudios.
Llevábamos tiempo sin salir, desde que empezó este curso no podíamos compartir muchos momentos juntos, y a veces la distancia nos pesaba un poco. Esa noche, vestimos en combinación, ambos de rojo uva.
A pesar de todo, nuestra relación seguía siendo un sueño. Uno del que no te quieres despertar, aunque sepas que vas tarde a lo que tenías planificado para el día; un sueño que quieres vivirlo siempre.
[...]
El viaje en el coche, fue un mezcla vomitable entre Melendi años 2000' y un intenso olor a canela proveniente de algún lado del coche.
—Esto es asqueroso— le recordé a mi novio.
—¿El qué?— me pregunta confundido.
—Nada en especial, solo esta música del siglo I y este olor repugnantemente agradable— bromeé con un poco de sarcasmo.
—Ya bueno...—No termina de hablar, cuando une nuestros labios en un casto beso. —El incienso es por algo especial, la música solo me gusta.
—Pero, Mario...— intenté reclamar pero calló mi boca con dos de sus dedos, mientras atendía a la carretera. —Ya llegamos, preciosa —Más tarde averiguaré ese "algo especial"— aseguré.
El jardín Tapia estaba tal y como lo esperaba; mesas, vasos, piscina al fondo, luces de neon y un barril.
No, hubiese querido que fuera así pero no, lo último fue parte de mi imaginación, faltaba el barril de madera que me había engañado en dos ocasiones ya, al parecer aquel objeto había cumplido su función: Unirnos a Mario y a mí.
En su lugar había una mesa con muchas botellas de Vodka, vinos y Clan Campbell. Habíamos creciendo, los años pasaron y el alcohol lo sabía, estábamos en la edad perfecta para guardar en una cajita mágica nuestros mejores y más locos recuerdos.
—Benvigust, parella favorita!— nos dió la bienvenida, la homenajeada.
—Gràcies, bonica— respondimos ambos en el mismo idioma.
Ya estaba casi totalmente oscuro, obstáculo que hizo relucir a Marina, ella de por sí era hermosa, pero sin duda aquel vestido de lentejuelas de varios colores, la hacía resaltar en medio de los pocos que ya estaban presentes.
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El Silencio Que Dejaste.(Proceso)
Teen FictionGrecia calla muchas cosas que siente y eso hace que pierda mucho en el intento, pero ¿Por qué decide callar? ¿Será que sus motivos no son suficientes para luchar? [...] "La cura existe, si al principio hubo herida" Borrador(faltas de ortografía) C...