Dieciocho.

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Estaba sonando We can't stop de Miley Cyrus a toda voz cuando Hak aparcó el coche, cerca de la zona arboleda que rodeaba la casa, junto a unas decenas de coches más. Yona observó los alumnos que salían de la casa o se encontraban en el patio, y daría lo que fuera si la casa, por dentro, no estuviera a reventar.

El muchacho apagó el motor y, durante unos segundos, ninguno de los dos se movió.

—Te lo digo por última vez: una palabra y nos vamos de aquí.

Yona suspiró y terminó sacudiendo la cabeza antes de sonreírle honestamente.

—No podemos hacerles ese feo a los chicos, Hak, pero agradezco muchísimo que me lo digas. Además, es tu fiesta. Tú has ganado con ellos.

—Princesa...—apartó la mirada y observó por el cristal a todos los adolescentes borrachos. No había rastros de sus amigos así que seguramente estarían dentro— Dime al menos cuando te sientas incómoda y me invento una excusa.

—Hak...

—Por favor— la miró y Yona leyó algo en su mirada que no supo ponerle nombre pero que hizo que su corazón aumentara de velocidad.

—Bien— claudicó, sabiendo que no habría otra manera, que no la dejaría en paz hasta que obtuviera lo que buscaba.

Se bajó del coche y esperó a que Hak lo cerrara con seguro y se colocara a su lado para dirigirse hacia la casa. Lo sentía a su lado, y cuando entraron en la casa -como había temido era muchos cuerpos para un espacio tan reducido-, sintió su mano colocarse en la parte baja de su espalda.

Evitó caminar más deprisa -sentía su mano por todo el cuerpo- y se escabulleron entre la muchedumbre, rumbo a la cocina para buscar a sus amigos o conseguir algo de beber. Cuando llegaron no los encontraron, y eso no pareció alterar el humor del muchacho, quién se acercó a la barra que estaba a reventar de bebidas.

—¿Qué quieres beber? — le echó un rápido por encima del hombro— Espera, no me lo digas, lo adivino— puso los ojos en blanco y sin esperar respuesta preparó la mezcla.

Yona sonrió ampliamente cuando probó el vaso y, efectivamente, había acertado: vodka con Coca-Cola, no muy fuerte, y con bastante hielo. Tal y como le gustaba a ella.

—No sé cómo puedes beber esa asquerosidad.

—Deja mis gustos en paz, Hak, que esto es ambrosía de los dioses— exageró para picarlo— ¿Tú que estás bebiendo?

—Refresco— alzó la lata para mostrársela— Esta noche traigo el coche y no queremos que haya ningún accidente.

Hak notó como ella lo miraba más tiempo de lo normal en silencio y eso lo puso nervioso. ¿Había dicho algo malo? ¿Por qué lo miraba de esa forma? La música retumbaba en la casa, embotonando los sentidos, y por un ínfimo instante Hak se los imaginó en medio de la pista bailando, uno junto al otro, sus cuerpos rozándose...

—¡Hasta que llegasteis! — exclamó Zeno, pasando uno de sus brazos por los hombros de la pelirroja. Tenía un vaso de plástico en la mano, aunque vacío. Yoon venía tras él, con otro refresco, y sacudiendo la cabeza.

—Hola, chicos— sonrió divertida Yona, su cuerpo había empezado a moverse ligeramente al ritmo de la canción pues Zeno no dejaba de inclinarse y mover las caderas— Veo que te estás divirtiendo, Zeno.

—Zeno está muy feliz porque sus amigos han ganado y están todos juntos en una fiesta, y, por supuesto, porque está la señorita con ellos.

—¿Dónde están los demás? — preguntó Hak a Yoon, dándole un buche a la lata.

Ocaso (Akatsuki No Yona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora