Twenty-six

211 27 11
                                    

—Toma.

Yona le sonrió a Shin-Ah cuando este le pasó un pincho que tenía un trozo de salchicha clavado en uno de sus extremos. Estaban sentados, junto con Jae-Ah y algunos chicos y chicas más alrededor de una pequeña hoguera que habían montado en el centro. El ambiente, alegre y distendido, estaba lleno de diferentes conversaciones que venía acompañado por una música de fondo que salía del altavoz que había traído uno de ellos.

Las tiendas de campañas estaban distribuidas formando un círculo, todas con las "bocas" en dirección al centro, donde se encontraba la hoguera. Algunos de los chicos estaban dentro de ellas, cogiendo ropa de abrigo o cambiándose a algo más calentito, porque conforme el sol iba desapareciendo el frío parecía ir llegando con más fuerza.

Yona se encontraba demasiado a gusto cerca del fuego como para moverse; ya iría luego a por la chaqueta que se había traído. Tendió el palo de forma en la que la carne quedara expuesta al calor, pero que no se quemase y esperó pacientemente.

De pronto, sintió un cosquilleo en el hombro y un familiar peso en él.

—Ao— la llamó entre risas. Una ardillita saltó hasta su regazo y la miró con sus grandes ojos negros; ella no pudo más que acariciarla, era tan mona...— ¿Dónde estabas, eh?

—Seguro que por ahí— respondió Shin-Ah, quién observaba el vaivén de las llamas fascinado— Buscando alguna bellota o algo para comer.

—¿Tienes hambre? — le preguntó con una ceja arqueada; ese animal más que un estómago parecía que tenía un pozo sin fondo, siempre tenía hambre y comía cualquier cosa— Espera, a ver si esto está ya...

Vio que el trozo de salchicha estaba ya hecho, así que, partiéndolo a la mitad, se llevó una parte a la boca y le tendió la otra a Ao, quién miró con ansias y se dedicó a mordisquearla como si no hubiera comido en años.

—Hmmm, está bueno. No es como cuando lo haces en casa, sabe diferente.

En ese momento, los chicos decidieron que era una buena idea ponerse a jugar al escondite. El sol estaba a punto de esconderse y esa luz era suficiente como para poder encontrar a alguien con relativa facilidad y no estar jugando en la oscuridad. Algunas de las chicas se apuntaron, mientras que otras prefirieron quedarse charlando. Yona fue una de las del segundo grupo, y Jae-Ha le guiñó el ojo justo antes de marcharse con Shin-Ah y los demás.

—¡Shin-Ah no la queda que siempre nos encuentra muy rápido! — iba diciendo uno de ellos mientras se adentraban por los árboles que los bordeaban.

—¡Es verdad! Parece que tiene super poderes y todo...

Yona rio mientras las conversaciones se fueron alejándose hasta que sintió que alguien se sentaba a su lado, pillándola un poco desprevenida. Miró en esa dirección y Kaya le sonrió con la boca y con la mirada, con esa expresión tan dulce que siempre tenía. Era de las que había ido por una chaqueta e, incluso, para su sorpresa, vio una bufanda rodeándole el cuello.

—¿Qué hace aquí tan solita una chica como tú? — movió sus cejas con exagerada seducción.

Yona rio. Kaya era de su mismo curso, aunque iba a otra clase, y se llevaban muy bien; de todas las chicas, era la mejor le caía y Kaya se alegró mucho cuando se enteró de que ella iría también. Ambas compartían una tienda de campaña.

—Esperándote, que creía que ya me habías abandonado por otro— le siguió la broma, mirándola con fingida seriedad.

Siguieron la divertida conversación y, poco después, a la charla se unió Yun-Ho, una adorable rubia de ojos marrones que siempre estaba riendo. Mientras más se iba oscureciendo y más frío iba haciendo, hablaron de todo y de nada: las clases, los exámenes, la última serie que estaban echando en televisión e incluso sus amoríos: Yun-Ho confesó lo guapo que le parecía el entrenador Geun-Tae y después de unos cuantos intentos Kaya soltó que llevaba tiempo fijándose en Zeno pero que le daba vergüenza acercarse a él.

—¡No seas tonta! — exclamó Yona, imaginándose la dulce pareja que harían en un futuro— Háblale, Kaya, no te preocupes.

—Pero ¿y si piensa que soy muy pesada? — preguntaba Kaya mientras retorcía los flecos de su bufanda.

—No lo conozco mucho, pero te aseguro de que Zeno no es de esos chicos. Es muy abierto y le gusta hablar con la gente, no le molestará— aseguró Yun-Ho con Yona apoyándola por detrás— Además, seguro que tú tienes muchísimas más posibilidades que yo, que seguro que me ve como una tonta colegiala que no hace más que ponerle ojitos— suspiró observando el fuego— Pero, en fin, ¿y tú que, Yona? ¿Hay algún chico por ahí digno de mención?

La pelirroja pensó inmediatamente en Soo Won. Y, con mucha vergüenza, iba a abrir la boca cuando sintió un peso sobre sus hombros y una reconfortante calidez la rodeó. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba abrazándose a sí misma con Ao acurrucada en su regazo hasta ese momento.

—Ponte ropa o te resfriarás, tonta— escuchó la voz burlona de Hak antes de descubrir que era una de sus sudaderas lo que le había tirado por encima.

—¡Cuidado que me despeinas! — refunfuñó ella, aunque terminó pasando los brazos por las mangas y se arrebujó bajo la cálida tela; olía a él y en una pequeña parte de su ser se imaginó que la estaba abrazando en realidad.

Observó a Hak poner los ojos en blanco antes se burlarse de su comentario diciéndolo con una voz demasiado aguda, haciendo como que la imitaba. Uno de los muchachos que se encontraba al otro lado de la hoguera lo llamó y Hak se dirigió hacia allí, sentándose a su lado. Pocos minutos después, los chicos que se habían ido a jugar volvieron y todos los que fueron a la excursión acabaron sentándose, formando un círculo.

Yona advirtió, mientras seguía conversando con las chicas, que Ayame se había sentado al lado de Hak y charlaba con él de forma distendida. Luchó por apartar la mirada durante toda la cena e ignorar el nudo que se había formado en su estómago. Tal y como había pensado en su momento, esa imagen no le gustaba nada de nada... Aunque no es que pudiera hacer mucho por ella.

Y, extrañamente, que Hak estuviese en la cena echándole constante miraditas, burlándose de ella y sonriéndole, hizo que su corazón diera volteretas como un loco y todos los que estaban a su alrededor desaparecieran por un pequeño instante.

Esa noche, Yona durmió -sí, durmió- junto con Kaya en una tienda de campaña. Juraría que la que Hak compartía con Jae-Ha se encontraba un par de sitios a la derecha.

Y aunque no fue un sueño prolongado y profundo, si pudo descansar algo más. Metida en su saco de dormir, se aferraba a la suave tela de la chaqueta, impregnada por el característico olor que desprendía a él y se imaginaba que él se encontraba a su lado.

Ocaso (Akatsuki No Yona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora