Two.

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—Mira, Yona, ven.

Una pequeña niña de cuatro años se escondió aún más detrás de las piernas de su padre y asomó ligeramente la cabeza por un lateral de lo que estaba usando como escondite, lo justo para observar con curiosidad y cierto recelo al niño que no dejaba de mirarla a unos metros de distancia. Este tenía los brazos cruzados sobre el pecho y el pelo oscuro le caía por la frente, tapándole un poco sus ojos claros, mientras la miraba como si fuera una especie rara de animal que nunca antes había sido descubierto.

—Él es Son Hak, y su abuelo, Mundok, es muy buen amigo mío— siguió diciéndole Il, sonriéndole alentadoramente para que tuviera más confianza y supiera que eran buenas personas— ¿Por qué no vas a saludarlo?

La niña sacudió la cabeza y se escondió una vez más sin cumplir la petición del hombre.

—Abuelo, ¿qué le pasa? ¿Por qué no habla? ¿Es muda? — preguntó Hak, al ver la reacción de ella, frunciendo el ceño; sus palabras consiguieron que se ganara un buen golpe en la cabeza por parte del señor Mundok— ¡Auch, eso ha dolido! — se quejó, llevándose una mano a la zona golpeada.

—Eso por insolente, mocoso— gruñó el hombre fulminando con la mirada al pequeño— Anda, ve y acércate tú.

—¡Pero si no quiere ni verme! — exclamó Hak mirando incrédulo a su abuelo. "Está perdiendo la cabeza", no pudo evitar pensar con burla— Mira, mira cómo se está escondiendo de nosotros. ¿Tiene miedo?

—Porque eres un bruto. Vamos, pórtate bien y hazlo como te he enseñado— le instruyó Mundok sin ceder ni un ápice.

Hak suspiró y, bajo la divertida de Il, dio un par pasos vacilantes hacia él; sus ojos estaban fijos en el bulto tras sus piernas y, especialmente, en esos ojos violetas -que le habían llamado la atención la primera vez que los vio- y que estaban fijos en él, estudiando cada movimiento que hacía el niño como si él fuera el cazador y ella la presa. Cuando solo quedaron un par de pasos entre ellos, esbozó una sonrisa -le costó, sí, pero así decía el abuelo que había que hacerlo- y, entonces, se inclinó hacia delante en una burda y burlona reverencia.

—Encantado, princesita, mi nombre es Hak.

De más está decir que se ganó un nuevo golpe de su queridísimo abuelo, esta vez en la parte alta de la cabeza y con los nudillos, y él se quejó en voz alta por el dolor que le recorrió la columna de arriba abajo.

Sin embargo, la sonrisa que ella mostró en sus labios ante semejante escena -y el extraño retortijón que sintió Hak de pronto en su estómago- permanecerían para siempre en su memoria.

Ocaso (Akatsuki No Yona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora