Cuando la escuchó suspirar por décima vez en lo que llevaban de comida, no pudo ignorarla más y la miró de reojo.
Se encontraba sentada a su lado, sus piernas balanceándose inconscientemente, y no dejaba de juguetear con los granos de arroz que había en su plato. Tenía la cabeza apoyada en la palma de una de sus manos y tarareaba una canción muy bajito, de forma que solamente él podía oírlo.
Las voces de Il y Mundok era lo único que llenaba la mesa, hablando de sus trabajos o algo que habían dicho en las noticias; tampoco estaba muy seguro porque no es que les estuviera echando mucha cuenta.
Honestamente, él también se encontraba bastante aburrido.
Hubiera preferido quedarse con Han Dae y Tae Woo jugando a la consola que tener que ir a esta aburrida comida con Il y su hija. A ver, no es que los detestara ni mucho menos. En realidad, el señor Il le caía bien, siempre que le veía le preguntaba por sus partidos de fútbol y alguna que otra vez había ido a verlo junto con su hija, y, aunque jamás lo admitiría en voz alta, le gustaba cuando la pequeña Yona -o "princesita", como a él le gustaba llamarla por los aires de grandeza que a veces se daba y lo mandona que podía llegar a ser con él- lo animaba efusivamente en los partidos, como si se estuviera jugando la vida en cada jugada.
Sin embargo, sabía que las comidas entre el abuelo y su amigo en los fines de semana eran sagradas y se alargaban la mayoría de las veces a casi todo el día. Y él se había comprado un juego nuevo para la play que estaba deseando estrenar.
Escuchó a Yona suspirar una vez más.
—¿Qué te pasa?
No pudo aguantar más. Intentando que los mayores no lo advirtieran, Hak se inclinó hacia la derecha y le susurró aquellas palabras, ganándose una mirada sorprendida por parte de una pequeña Yona de cinco años.
—Estoy aburrida— farfulló, sacando ligeramente el labio inferior en una mueca— Me aburro mucho.
Hak no pudo evitar pensar en lo dulce y tierna que se veía haciendo esa mueca.
—Yo también— le confesó, apartando la mirada rápidamente— Pero tenemos que aguantar hasta que terminen y volvamos a casa.
¿Por qué justo ese día habían decidido ir a la calle y no quedarse en alguna de las dos casas? Así, por lo menos, podrían irse a ver la tele o a jugar un rato; lo que sea para levantarse de aquella tediosa comida. Yona siempre estaba pidiéndole jugar a princesas y dragones y, aunque a él no le entusiasmaba mucho la idea, ahora mismo prefería estar haciendo eso -con gusto se dejaría matar mil veces con los poderes telequinéticos de la princesa guerra- que pasar un minuto más allí.
Volvió a su sitio y su mirada se perdió en el restaurante al que habían ido. Por el rabillo del ojo vio como Yona volvía a suspirar y seguía jugueteando con su mirada mientras los mayores continuaban enfrascados en la conversación como si no hubiera nadie más, sus platos a medio comer aún.
«Estos no tienen prisa ninguna», pensó frustrado. «La comida va para largo»
¿Qué podían hacer entonces? Porque se negaba a morirse de aburrimiento.
—Abuelo— dijo, ganándose la atención no solo de los dos hombres, sino también de la pequeña que estaba a su lado— ¿Podemos irnos Yona y yo al parque que está en la calle de al lado? Cuando terminéis podéis ir a buscarnos allí, prometo que no nos moveremos.
La sonrisa que mostró Yona hizo que su corazón aumentara de velocidad.
—¡Sí, sí! ¿Podemos ir, papá, por favor? — sus ojos brillaron entusiasmados.
Tanto él como Mundok se miraron entre ellos indecisos por un instante.
—Bueno, no sabemos si...— empezó a decir Il lanzándole una mirada preocupada a Yona.
—¿Por favor? ¡Nos portaremos bien! — insistió Yona.
Il miró a Mundok y vio como este se encogía de hombros, dejándole la última palabra. El hombre hizo una mueca y después se giró hacia Hak, quién esperaba un poco impaciente.
—¿Prometes cuidarla, muchacho? Dejo a mi hija en sus manos.
—Sí, lo haré— asintió, con un rostro más solemne de lo que la situación requería.
Il asintió a su vez y terminó suspirando.
—Muy bien, podéis ir. Pero si tenéis algún problema volved de inmediato, ¿vale?
—¡Gracias, gracias, papi! — festejó Yona y bajándose de un salto de la silla, cogió del brazo de Hak y tiró de él— ¡Vamos, vamos al parque! ¡Me pido primera en los columpios y tú me tienes que empujar!
Hak ya se estaba arrepintiendo de su petición, porque lo último que quería era hacer de niñera de una entusiasmada y enérgica Yona que estaba seguro de que no dejaría de ordenarle cosas sin parar; pero la sonrisa que mostraba y el brillo de sus ojos era excesivo para lo que él podía aguantar.
Así fue como Hak, escondiendo una sonrisa que quería surcar sus labios, fue tras la muchacha, pensando que, efectivamente, la cuidaría de cualquier cosa que le pasara.
En realidad, esa sonrisa era demasiado bonita para que desapareciera y él se iba a asegurar de que eso no pasase nunca.
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Ocaso (Akatsuki No Yona)
Fanfiction[Fanfic] Universo Alterno. «Él la miró; sus ojos azules, aún medio adormilados y que se entreveían por la maraña que era su flequillo, se clavaron en ella y una pequeña y divertida sonrisa tiró de sus labios. Yona creyó que se desmayaría al ver sem...