Hicieron falta muchas conversaciones, que la mayoría acabaron en discusión, para que Hak aceptara estudiar lo que había deseado siempre. La universidad que impartía esa carrera más cercana a donde vivían se encontraba a más de dos horas de camino y le parecía imposible ir y venir todos los días para que, al final del día, pudiera dormir junto a su novia.
A pesar de haber echado la solicitud dentro de los plazos establecidos -más por la insistencia de la pelirroja que por su propio interés- y que hubiera sido aceptado, el verano de después de que terminaran las clases, Hak se cerró en banda al hecho de marcharse. A todo el mundo le sorprendió esa decisión menos a Yona que conocía bastante bien los motivos que lo habían llevado a ella, haciéndola sentir bastante culpable a pesar de lo que él pudiera decirle para quitarle importancia al asunto.
Durante el primer mes, ella calló. Insistió un par de veces, en las que rápidamente Hak consiguió cambiar de tema, y se consoló a sí misma -o intentó convencerse- de que la otra opción que había escogido el chico -y que se encontraba considerablemente más cerca- también estaba bien. Pero fue una tarde de veranos, en la que los chicos, ella y Kaya hicieron una excursión a un lago que había por allí a pasar el día, cuando finalmente abrió los ojos. Lo que en principio había sido una conversación banal entre amigos, había derivado a los planes de futuro, a las aspiraciones y deseos para la nueva vida a la que se iban a adentrar. Yona los escuchaba sonriendo orgullosa por el trascendental paso que estaban a punto de dar; cómo Jae-Ha pensaba hacer hasta lo imposible para jugar en la liga mundial de fútbol, lo apasionado que estaba Kija por empezar la carrera de historia, lo incrédulo que se encontraba Yoon al verse en la universidad, lo seguro que estaba Zeno del restaurante que pensaba abrir después de entrar en una academia de cocina, Shin-Ah adentrándose en el mundo de la psicología... Mientras hablaban, todos parecían brillar con luz propia...
Todos menos Hak, y la pequeña sonrisa que él tenía – y que Yona sabía perfectamente que era forzada- consiguió que su corazón se rompiera en mil pedazos y se le cayera el alma a los pies.
¿Cómo podía ser tan egoísta como para obligarlo a truncar sus sueños? ¿Cómo tenía la cara tan dura de aceptar el sacrificio como si nada? ¿Cómo podía mantenerse callada, ignorando la realidad?
No, no podía dejar que eso pasara. Era el momento de poner las cartas sobre la mesa.
Y no pensaba obtener un "no" por respuesta.
Primero empezó con algún comentario casual en medio de una conversación, después siguió con dejar cosas delante de él que lo hicieran pensar; usó incluso el truco de empacharlo a películas tontas y predecibles donde el bien siempre ganaba y los protagonistas conseguían todos sus sueños. Finalmente, tras una semana, cuando vio que Hak ya tenía un ceño que le llegaba al suelo, decidió plantarle cara y, escondiendo sus propios miedos y dudas, le "ordenó" que cuando terminara el verano, se marchara a la universidad a estudiar. Hak la miró como si se le hubiera caído un par de tornillos: «¿por qué no iba a hacerlo?», inquirió, confuso; ella supo que no le había entendido y matizó su mandato: «Relaciones internacionales, quiero decir».
Y ahí fue cuando se desató el caos.
«Métete en tus asuntos», le había espetado él entre dientes.
«Ya lo estoy haciendo», había respondido ella.
Pero Hak no dio su brazo a torcer y Yona no pensaba ser menos.
Y por primera vez desde que se conocieron, Hak se enfadó tanto con Yona y ella lo hizo con él que incluso sus amigos, que habían conocido de primera mano el florecimiento del amor que se profesaban, vieron peligrar los cimientos de esa relación. Se llevaron días sin hablarse, sin estar siquiera en una misma habitación antes de uno se marchase refunfuñando por lo bajo, y ni que decir tiene que las noches eran el infierno encarnado. Ni el primero, ni el segundo ni el tercer día ella pudo dormir; al cuarto descansó por un par de horas ya rendida de puro agotamiento, y para el quinto apenas salió de la habitación.
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Ocaso (Akatsuki No Yona)
Fanfiction[Fanfic] Universo Alterno. «Él la miró; sus ojos azules, aún medio adormilados y que se entreveían por la maraña que era su flequillo, se clavaron en ella y una pequeña y divertida sonrisa tiró de sus labios. Yona creyó que se desmayaría al ver sem...