CAPITULO 16

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BIENENIDOS AL INFIERNO

El camino hacia la casa se me había hecho larga al lado de Bastián, pero ahora me encontraba acostada en su cama mientras besaba mi cuello, pero mis ojos estaban clavados en la pared, mientras mi cuerpo no podía hacer otra cosa que solo quedarse t...

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El camino hacia la casa se me había hecho larga al lado de Bastián, pero ahora me encontraba acostada en su cama mientras besaba mi cuello, pero mis ojos estaban clavados en la pared, mientras mi cuerpo no podía hacer otra cosa que solo quedarse tendido. mi mente vagaba entre lo que había pasado estos dos días desde que Brenet estuvo a punto de morir.

No había podido ver a Brenet en estos días, sabía que había venido a hablar con Bastián, pero sabia que era arriesgado estar en el mismo cuarto sin poder evitar mirarnos. Habían sido días muy complicados para mí, no dejaba de pensar en como estuvimos juntos en su cuarto y en lo que me dijo.

Todos estos días había estado vagando entre la casa pensando en las palabras de Brenet, no dejaban de resonar en mi mente, aun sentí su presencia, su aroma a mi alrededor y eso me confundía aun más, porque si solo es deseo, no puedo dejar de pensar en él, ya habíamos dejado que el deseo entre nosotros se libere, pero aun así no podía quitar sus ojos de mi mente, sentía una ligera presión en el pecho cada que pensaba en él. No le había dicho nada sobre mi hermano, pero es más que obvio que lo sabe, sus palabras habían sido claras y directas al decirme que encontraríamos a mi hermano.

- ¡Mírame! – exige él.

No hago caso a su petición, pero toma mi mentón y me obliga a verlo a la cara, besa mis labios de manera posesiva, abre mi bata, lame mis pechos y comienza a bajar por mi abdomen dejándome besos húmedos.

Pone sus manos en mi rodilla y hace que separe mis piernas abriéndolas para posicionarse en medio de ellas. Sentía como mi mente se desconectaba de mi cuerpo, mientras mis pensamientos me llevaban muy lejos de lo que Bastián hacia conmigo.

- ¡Samantha! – grita.

- ¡Ay! – exclamo.

Sus dedos comenzaron a clavarse en mi cuello, pero lo hacían de manera fuerte y casi ahogándome, mis manos toman sus muñecas y comienzan a hacer fuerza con la suya.

- ¡Mírame! – dice mientras entra en mi - ¡Ve cómo te follo!.

Sus empotradas son fuertes y agresivas, no ahí ni una gota de amor en ellas, pero mi cuerpo era solo uno más entre todos los de los seres humanos, sus movimientos eran cada vez más agresivos y no podía contenerme.

- ¿Eso te gusta? – pregunta.

- Bastián, por favor... - pido mientras mis manos tratan de detenerlo.

Estos días había tratado de esquivar a Bastián, por alguna razón no quería acostarme con él, pero hoy menos que ayer, estaba muy sobria y eso me costaba.

- ¡Bastián! – exclamo gritándole.

El me suelta y me mira enojado y confundido, pero antes de que pueda volver hablar tomo su pantalón que esta cerca a mi y busco en sus bolsillos.

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