CAPITULO 25 - DAMA DE BLANCO

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-          Tráeme todo lo demás por favor

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- Tráeme todo lo demás por favor.

- Como usted diga – mira al suelo y se retira.

No entendí porque, pero Bastián me había dejado el trabajo de mantener fuertes los lazos que tenía aquí.

Y era agotador, pero de alguna manera sabia que aprender y hacer estas cosas me acercaban a lo que realmente quería. Cierro y abro los ojos repetidas veces, no había podido dormir mucho por estar pensando en el día de ayer al lado de Brenet, tenía muy en claro que no podía seguir con lo que hacíamos, pero no podía decirle que se alejara de mí.

Aunque quisiera alejarlo y nunca más saber de él, las palabras se quedaban atravesadas en mi garganta.

Revisaba mil veces las invitaciones que tenia que mandar para la fiesta de esta noche y veía hasta nombres que nunca había escuchado, y menos a personas que había visto en mi vida.

La vibración de mi celular me despierta de mis pensamientos.

Hola

Confió en que todo este como lo ordene – ignora mi saludo.

Mejor que eso – respondo y le cuelgo.

¡Ah! Tiro los papeles al piso frustrada y cansada, no podía librarme de Bastián y ahora mi mente no dejaba de pensar en Brenet.

- ¡Pase! – grito cuando tocan.

Regina aparece detrás de la puerta con mi abrigo.

- El auto está listo.

- Regina esta noche no llegaremos.

Ella asienta y veo que la muy desgraciada me voltea los ojos.

No digo una palabra y entro al auto, uno de los guardias intento darme un arma por protección, pero yo mejor que nadie sabia que con mis ataques de ira y desesperación era mejor mantenerla muy lejos.

Uno de los hombres me abre la puerta y me escolta hacia donde vería la pelea de Brenet contra uno de los boxeadores de uno de los socios de Bastián.

- Pueden retirarse – le digo cuando tomo asiento.

Ellos me miran dudosos y no salen de la habitación.

- Necesito estar sola, quédense afuera de mi puerta – por fin se mueven dejándome sola.

Me saco los zapatos y los tiro contra el vidrio, me levanto y busco entre las botellas de licor que ahí sobre el bar, me miro en el espejo que tiene en la pared, es tan grande que entra toda mi figura en el de pies a cabeza.

Tomo una de las botellas la abro y me la llevo hacia los labios ahogándome en su amargo sabor.

Miro hacia el espejo y lo señalo, me señalo.

DESEO LETALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora