CAPITULO 35 - OSCURIDAD

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El edificio era lo suficientemente alto para poder ver casi toda la ciudad y a sus alrededores, las luceras parecían estrellas debajo mío. Sentía el viento moviendo mi cabello ligeramente mientras mis hombres esperaban por mi formados detrás de mí.

- Mátenlo.

Me giro y avanzo sin mirar atrás. Nadie discute mi palabra y menos mis ordenes, mis hombres cumplen al pie de la letra mis órdenes.

- ¡No! – grita – tengo familia.

No siento absolutamente nada al escuchar sus palabras del hombre que estaba de rodillas a solo unos cuantos metros de mí, al contrario me vuelvo para mirarlo,  sus suplicas solo hacen que me detenga y me gire para poder hablar antes de que lo tiren por la orilla del edificio.

- Debiste pensar eso cuando le ayudaste a quitarme la mía.

Mantengo mi expresión seria al hablar y esta vez no me muevo hasta que miro con mis propios ojos como mis hombres lo toman por los brazos y lo arrastran hasta tirarlo del edifico en el cual nos encontrábamos.

Camino rápido por las escaleras mientras me cubro el rostro con un gran abrigo negro que cubría casi toda mi ropa y rostro.

- Rodeen toda el área.

Las personas del edificio comienzan a correr alertadas porque un hombre se acaba de aventar de uno de los edificios más altos de la ciudad.

Estaba lo suficientemente cubierta para que alguien pueda siquiera ver un cabello de mi cabeza. Mis hombres me guían y rodean alegándome de todo el caos que había formado.

Uno de ellos abre la puerta para poder salir mientras los otros intentan dispersarse con otros de sus compañeros que ya nos esperaban en la entrada, observo hacia donde todas las personas mirar con horror, en medio de todo el caos se encuentra un hombre con el cráneo destrozado y con los huesos expuestos mientras su cuerpo está rodeado de sangre.

Una lástima que algunos demonios nos guste jugar a quien es Dios y decidir a quien le llego la hora de morir.

- Debemos abandonar el lugar – escucho por el auricular – cerraran el área para investigar.

Los sigo, abren la puerta para mi y entro al auto indicándoles a donde tenemos que ir ahora. Me saco la capucha que cubría mi rostro y uno de mis hombres me tiende un pañuelo.

Lo tomo y me limpio con ella las manos quitándome un poco los diminutos rastros de sangre que tenía. Se lo entrego y él saca un encendedor para hacer arder el pañuelo para no dejar rastros de la sangre de aquel hombre y menos mis huellas.

- Llegamos – me informan.

Lo miro y con solo eso basta para que sepan que tiene que hacerse a un lado para que pueda caminar delante de todos ellos, le entrego a uno de ellos mi abrigo, me pongo los guantes de terciopelo que me entrega uno.

- Quiero a Lucy en menos de cinco minutos en mi mesa – ordeno.

Como lo tenia planeado los Alemanes ya estaban esperándome mientras un par de mujeres los entretenían, pero grande fue mi asombro al ver a Lucy bailándole al mayor de los jefes a cargo.

Me acerco hacia ellos y todos posicionan sus ojos en mí, se ponen de pie al notar mi presencia presentando sus respetos al agachar la cabeza ante mi mirada.

- Lucy – ella se pone recta y esperando mis órdenes.

Con mi cabeza le ordeno a que se siente a mi lado, mientras me vuelvo hacia los alemanes delante mío, pero sobre todo hacia el jefe mayor entre ellos.

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