CAPITULO 24

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NO VUELVAS

-          Señora Samantha, el señor Bastián esta como loco queriendo saber donde estaba y le dije que no había llegado a

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- Señora Samantha, el señor Bastián esta como loco queriendo saber donde estaba y le dije que no había llegado a...

Regina me sorprende cuando Brenet y yo entramos a la casa, lo que menos quería era escuchar sus sermones y menos al saber que ha ido de chismosa con Bastián ya que por sus malditos chismes había tenido problemas con él.

Me saco los tacos tirándolos por donde caigan y sé que Brenet me pisa los talones, pero no dice ni una palabra al entrar a la casa, no entendía porque no quería responder mi pregunta.

- Llamare al señor para decirle que recién acaba de...

- ¡Regina! – me paro en seco quedando cara a cara – no llamaras a Bastián – le quito el celular de la mano – recuerda quien es la señora de la casa.

- Pero... - sus labios ahogan una expresión de sorpresa.

- Se que te acuestas con Bastián, pero no olvides cual es tu puto lugar así que más te vale no meterte en mis asuntos – me acerco más a ella – puedo ser igual de perra que tú, puedo ser igual o peor que Bastián. ¿Entendido?

Ella me sostiene la mirada por un rato, pero llega a bajar la mirada y asiente obediente por fin dejándome tranquila, estiro mi mano entregándole el celular y ella mira de reojo a Brenet y se marcha.

- Buenas noches – digo, pero Brenet me sujeta deteniéndome.

- Tenemos algo pendiente – él me mira los labios.

- Alguien puede vernos, ¡No! – me aparto.

A el parece divertirme mi miedo ya que una sonrisa asoma y las comisuras de sus labios se eleva de forma divertida, una de sus manos acaricia su labio inferior y no deja de mirarme en ningún momento.

- Te he tenido en mi cama cuando Bastián estaba a solo unas habitaciones – camina alrededor mío.

- ¿Qué es lo que quieres boxeador? – miro sobre mi hombro derecho y siento su aliento en mi nuca haciendo que mi piel reaccione a él.

Sus ojos grises me miran atentos como si ya debería saber lo que quiere, y aunque me negaba admitirlo sabia que es lo que había dicho cuando estábamos teniendo sexo en el club nocturno de su amigo, me deje llevar por lo que sentía, por el placer que se apodero haciendo que suelte las palabras que más temía, pero que las ahogaba dentro mío. Sus grises ojos me miran de manera tan intensa que intento bajar la mirada, pero de manera magnética vuelvo a subir la mirada hacia ellos.

- Quiero que esta noche te quedes conmigo – su voz es tan suave, pero tan segura que suena a una suave caricia con convicción.

Miro las cuatro paredes que nos rodean son inmensas, pero aun siento que ahogan, que me encarcelan, que me detienen, que me acorralan y me arrancan mis alas y temía arrástralo a él hasta mi oscura prisión.

DESEO LETALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora