CAPITULO 37 - ¡HOLA BASTARDO!

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Parada en la segunda planta podía observar todo el lugar y por encima de todos, mientras algunos de los invitados ya estaban en sus mesas y otros charlando de manera entretenida con sus respectivos bandos, todos vestían de blanco

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Parada en la segunda planta podía observar todo el lugar y por encima de todos, mientras algunos de los invitados ya estaban en sus mesas y otros charlando de manera entretenida con sus respectivos bandos, todos vestían de blanco.

- Ya casi.

Habla Beatrice por el auricular avisándome que en cualquier momento tendría que bajar por aquellas escaleras y presentarme ante todos mostrándole mi rostro mientas mi nombre se alza entre todos ellos.

Una de mis manos comienza a temblar y es uno de los tics que se habían quedado en mí, doy la espalda y me alejo un poco de la luz para cerrar mis dedos en un puño repetidas veces, me concentro en ver la cicatrices en mi muñeca y a cerrar los ojos y respirar.

- Es lo que soy.

Me vuelvo y encuentro a Luciano a unos metros mirándome curios, pero recobro la compostura y respiro tan hondo que siento que me ahogare con mi propio aire.

Me acerco hasta la baranda y la tomo con fuerza cuando un hombre capta mi atención al entrar en el salón.

¡Maldito Bastardo!

Mi respiración se acelera y mis ojos siguen sus pasos mientras se desplaza por todo el lugar como amo y señor.

Mi antifaz cubría la mitad de mi rostro asi que podía observarlo sin descaro mientras lo observaba aun desde la oscuridad.

Siento como el frio se apodera de todo mi cuerpo, mientras mis piernas tienen vida propia y comienzo a bajar por las escaleras captando la atención de todos los presentes al llevar un vestido rojo tan brillante.

Los ojos de todos se fijan en mí, pero sobre todo los que había deseado tanto volver a ver.

Mis manos van hacia el pequeño lazo detrás de mi cabeza que sostenía mi mascara, suelto los lazos dejando que mi antifaz quede suelto, lo tomo y lo tiro lejos de mí.

Lo único que me dice la voz en mi cabeza mientras resuena en todo el lugar.

 ¡Quítense de mi maldito trono! Porque la verdadera reina ya llego.

Como si fuera mi instinto automático sonrió hacia él, camino lentamente acercándome para quedar parada frente a frente, su rostro luce pálido, confundido hasta con una expresión de horror, mientras sus ojos están apunto de saltar de su rostro de la sorpresa.

Quedo los suficientemente cerca, mis hombres están a ambos lados, él los mira y observa hacia donde podría escapar.

Sonríe y levanto uno de mis dedos delante de él y niego haciendo que la idea de su cabeza se borre.

- ¡Hola! Bastián – escupo.

Él abre y cierra la boca al escuchar mi voz, me mira de arriba a bajo mientras da un paso atrás y sus hombres lo resguardan.

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