Capítulo 19

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—¡Estás loco!, no permitiré que ella vaya—gritó pablo ante la absurda propuesta de Lucas. El muchacho frunció el ceño. Debía conseguir que Sofía fuera, como de lugar.

—Señor, es de suma importancia, ¿qué mejor que dos Carmesí vayan a buscar más Carmesís?, ¿No cree que será mejor que ellos se sientan en confianza con nosotros? —trató de convencerlo, pero Pablo parecía no ceder ante sus decisiones.

—Ojeda, ¿Qué tan idiota me crees?, no es NO.

—Pablo no sea testarudo. Ella irá le guste o no, y no se dejará intimidar por nadie. Sabe lo burra que es para sus cosas. Estoy tratando que todo lo llevemos de la mejor manera posible. Le estoy confiando esto, no quiero que pase una desgracia—Pablo se tensó. Se dirigió a él serio.

—No quiero amenazas de nadie. Ella no está preparada. Dejé que fuera a la misión porque ahí estaba Ramiro y Héctor. De lo contrario, no la hubiera dejado ir. ¿Qué pasa si se transforma de la nada? No correré riesgos Ojeda, no lo haré—volvió a su lugar y se sentó cabreado.

—Ahora irá Ramiro, ¿No es lo mismo?, solo entrénela un poco, y listo. Yo correré con toda la responsabilidad.

—No por tu palabra arriesgaré la misión que tanto nos ha costado planear. Lucas, estoy siendo razonable.

—Y yo proactivo. Te aseguro que si salimos, yo seré el más capacitado para actuar. De algo que me haya servido los años en la calle—Pablo se puso de pie y suspiró. Lucas lo miró serio, nunca estuvo tan decidido en conseguir algo. Era por el bien de todos, jamás se sacaría las palabras de la Carmesí, le habían llegado mucho. Sabía que debía ayudar a los Carmesí de alguna forma. Pablo se quedó en silencio por unos segundos.

—Lo pensaré.

—No es la respuesta que necesito, señor—pablo gruñó molesto. Lucas no se dejó intimidar, el lo conseguiría, no importa qué, pero él haría que Sofía fuera a la misión.

La tensión en esa habitación se prolongó más de lo que él hubiera querido. Pablo siempre había sido un hombre intimidante y cascarrabias. Con lo años ya se le notaba más. Lucas había llegado junto a él a los dieciséis años, y desde ese minuto, nunca le agradó, pero como vio en el hombre alguien que se suponía quería lo mejor para Lucas y el mundo, no pudo seguir dudando de él y pelear por salir de ese lugar.

Sintieron un fuerte golpe en la puerta. Y ambos se voltearon para ver a Héctor entrar seriamente. Ambos lo miraron preocupados.

Sabían que la misión en Antofagasta no había salido de lo mejor. Pero la ida a Santiago, fue más rápida de lo que creyeron. Pablo caminó a su hijo y frunció el ceño esperando respuestas.

—Señor, aquí reportando—informó el muchacho que miró de reojo a un preocupado Lucas. Quería saber como estaba Sofía, y si había descubierto algo.

—Bien, pensé que demorarían más—suspiró. Alzó la vista y le dio la espalda a ambos chicos.

—Hicimos el trabajo lo más rápido que pudimos. Tuvimos un problema...—espetó Héctor algo nervioso. Pablo lo miró de reojo y endureció la mirada al darse cuenta que el uniforme de su hijo estaba manchado de sangre. Lucas observó donde los ojos de su general apuntaban y se espantó.

—¿Alguien está herido? —gritó e hizo que bruscamente Héctor lo mirada agarrándolo de la chaqueta—¿Es Sofía?

—No...los gringos nos tomaron desprevenidos. Así que atacaron. Nos encontramos con un milico mal herido. Lo trajimos a la base—Lucas asintió y lo soltó suavemente.

—¡¿Cómo se les ocurre hacer eso?! —espetó pablo furioso. Ambos cambiaron la mirada a él. Estaba rojo de rabia y con sus manos en puños, tratando de mantener la calma.

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