Capítulo 32: (Final primer libro)

379 34 35
                                    

Algo presionaba su cabeza causándole un pequeño dolor. Su boca la sentía seca, y los parpados pesados. Por más que intentaba abrirlos, no podía.

Oyó suaves susurros a su lado y su cabeza comenzó a balancearla de un lado para el otro, para poder despertar.

Una imagen clara le vino a la mente, y los ojos de Sofía se abrieron de par en par. Una fuerte luz estaba encima de su cabeza iluminando su cuerpo deteriorado y sus ropas rasgadas. Estaba de rodillas. Sus pies amarrados al igual que sus manos. No podía moverse, y una presión en el estómago le hizo saber que algo la detenía.

Todo a su alrededor era oscuro, no podía ver más allá que su propia sombra, y sentir sus jadeos haciendo eco por todo ese extraño lugar.

¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaba? Trataba de adivinar, pero tenía una laguna mental enorme. Sabía que algo importante había pasado, pero no tenía idea de que cosa era. Lo único cierto, es que no eran lindas, ya que estaba maniatada.

—¡Mierda! —gritó al no conseguir zafarse.

—¿Sofía? ¿Sos vos? —una chillona voz la interrumpió, y la muchacha, con desesperación, trataba de ver a través de la oscuridad.

—¿Alba?—la llamó al reconocerla. ¿Qué hacía allí? No entendía que era lo que sucedía—¿Pero...?

—¡Gracias a Dios sos vos!—dijo aliviada la chica—. No sabés lo preocupada que estaba.

—¿Qué pasó?

—No lo sé, aun no estoy segura.

—¿Y los demás?

—No sé. Desperté hace poco, no entiendo nada.

—¿Por qué estás aquí Alba?

—Chaura lo hizo, con ayuda de sus hijitos.

—¿Qué? imposible... ellos...—¿cómo era eso? ¿Sus hijos? ¿Héctor? No podía comprender eso, ellos jamás harían algo así, ¿O sí? Negó con la cabeza, no podía ser.

—Ellos nos traicionaron. Aun no lo puedo creer—aun con las palabras de alba, no lo podía ver como algo cierto. Debía haber algo más, no eran tontos. En ese momento sintió que debía respetar lo que hicieron, porque jamás lo haría para algo malo.

Nuevamente un fuerte dolor se aproximó a su cabeza haciéndola retorcerse un poco. Vio unas explosiones y como Lucas se alejaba de ella en una imagen borrosa.

Lo recordó.

—Lucas... ¡Lucas!—gritó esperando que él le respondiera. Pero nada.

—¿Está Lucas también? —preguntó Alba. Sofía suspiró.

—No estoy segura...—sintieron un carraspeo grave y amabas chicas se pusieron en alerta. Luego pasó a una tos haciendo que Sofía mostrara algo de ilusión en sus ojos y su corazón se acelerara—. ¿Quién es? ¿Lucas?

—No... ¿dónde estoy?

—Julio...—si julio estaba ahí, lo más probable era que los demás también. Eso contando a Lucas. Cuando sintió los quejidos del muchacho, nuevamente recordó algo. Una gran explosión y un helicóptero caer al desierto. El papá de Julio. El hombre había muerto y recién había asimilado eso. Algo en ella nació, rabia talvez, o algo de desesperación por el esfuerzo que se hizo para nada. Porque tontamente fue capturada—...por la mierda—se quejó. Levantó la cara hacia el techo, imaginando que el responsable la veía—. ¡Da la cara cobarde! —lo provocó—. ¡Si tanto nos querías, aquí estamos!

Operación LatinoaméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora