Montevideo Uruguay, Julio 2043
—Siempre admiré este país, pero ¿No te parece extraño? —preguntó de pronto Sofía mirando en dirección a la normal casa del siguiente Carmesí. Lucas no despegó la vista del lugar. Estaban encima de una pequeña colina verde, donde enormes árboles los tapaban del cielo nocturno. Era un lugar verdaderamente hermoso, demasiado al parecer de Sofía.
Con la guerra todos los países latinoaméricanos habían perdido su esencia. La belleza que los caracterizaba y la calidez de su gente, se desvaneció. Bueno, al parecer en el país en que estaban ahora, no había sucedido eso.
—¿Extraño? —espetó Lucas frunciendo el ceño.
—Sí, extraño—lo miró—. Las calles están limpias. La gente alegre, las casas parecen normales, y no hay ninguna gota de violencia alrededor. ¿No crees que eso no encaja?
—Es verdad, está muy tranquilo—ambos se miraron y observaron como las luces de la calle y la casa se apagaban.
—¿Crees que sepan que estamos aquí? —a Lucas le sorprendió esa pregunta, porque era la misma que se estaba haciendo en ese momento. Suspiró.
—Lo más probable es que lo sepan. Debemos atacar ya—tocó su oreja y deslizó su dedo por el pequeño auricular negro para enviar un mensaje a los soldados que los acompañaban en la misión—. Entraremos, estén atentos—les ordenó. Miró por todas partes y le hizo un gesto a Sofía para que lo siguiera.
Con arma en mano Sofía y Lucas se dirigieron a la parte trasera de la pequeña casa de madera. Habían visto al chico entrar en la mañana, y nunca salir, por lo tanto, estaban seguros que él estaba allí dentro.
Forzaron la entrada y apuntaron el lugar con las pequeñas luces led que el rifle tenía incorporado. Lucas le hizo un gesto para que se pusiera los delgados lentes de visión nocturna y apagara la luz. Ella lo hizo y la imagen media verdosa y clara posó sobre sus ojos, la casa estaba, aparentemente vacía.
Se dirigieron al living sin perder la concentración de sus propios pasos y lo que sucedía a su alrededor. Sofía estaba sudando frío, el lugar era tétrico, lo que veía la asustaba y temía que saliera algo que la hiciera gritar. Tragó saliva, ella era un ser que hacía gritar a los demás, no tenía por qué tener miedo.
—¿Me buscan? —sintieron la voz de un joven. Ambos se volearon a ver al muchacho que los recibía con una sonrisa. Este encendió la luz. Tenía un cabello castaño oscuro y unos brillantes ojos cafés. Su piel pálida hacía que pareciera un fantasma, y su extraña delgadez no le hacía ningún favor a su imagen. Sofía palideció—. Les informo que la casa está rodeada. ¿Qué quieren? —continuó calmadamente. No se intimidó con el hecho de que ella y Lucas lo apuntaban. Sofía bajó el arma y se sacó los lentes al igual que el casco, haciendo que su cara se descubriera por completo.
—Creo que ya sabes por qué estamos aquí—respondió la muchacha. El chico asintió.
—Me vienen a matar, lo sé. Pero no podrán. Los traidores como ustedes me dan vergüenza—exclamó el muchacho mostrando un poco de enojo.
—No somos traidores—intervino Lucas bajando el arma y descubriendo su cara—, solo queremos ayudar.
—Se lo que soy y hacia donde debo ir. No permitiré que le hagan daño a mi país.
—No queremos eso, solo salvarlo. Al tuyo y al nuestro—intervino Sofía esperanzada, el chico hizo una mueca de disgusto.
—No me interesa su país, solo mi gente. Cometieron un error en venir—sintieron pasos acelerados que entraban a la casa. El muchacho se alejó de ellos para que la milicia uruguayaa rodeara a Sofía y su compañero. Ambos se juntaron al centro del círculo y tiraron sus armas, Lucas miró a Sofía y asintió. Era tiempo que la Carmesí saliera. Cerró los ojos y se dejó llevar.
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Operación Latinoamérica
Science FictionEres una máquina asesina y no lo sabes. Traicionaste a tu país y no lo sabes. Eres parte de un plan maquiavélico y no lo sabes. Pero lo que ellos no saben es que tú puedes cambiar la historia. *** Chile, 2043. El agua y la comida es es...