Capítulo 24

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Río de Janeiro Brasil, Julio 2043

Los grandes pastizales, además de los frondosos y verdes árboles, los ocultaban de ser vistos o atrapados. La Carmesí estaba bastante relaja esperando la noche, en cambio Lucas, no podía estar de esa forma. Lo ocurrido en Paraguay le había afectado, más aun, tener que sacrificar a ese muchacho Carmesí, que apenas pudo entender un poco el propósito de su propia existencia.

Se sentía raro, melancólico. Ese disparo, esa clavada que le dio en el cráneo a ese chico, le recordó su pasado, su yo antes de haber sabido que era un carmesí. Sus defensas estaban bajas por lo mismo, lo último que quería era ver a la versión Carmesí de Sofía.

De solo escucharla, mirarla y relacionarse con ella, le daba asco y rabia. No entendía porque ese sentimiento de rechazo nació hacia ella, pero lo único seguro, es que no se iría por mucho tiempo más. Lucas estaba triste, Lucas no sabía cómo actuar o hablar con ella, era desconcertante.

La muchacha lo miró por debajo del hombro y se sentó a su lado con las piernas y los brazos cruzados, él se alejó.

Además de incomodo, estaba dudoso. Muchas cosas habían pasado en Uruguay, y no había tenido la oportunidad de hablar con la Carmesí respecto al tema de poder controlar a los "Carmesí". Sofía no le había sacado nada de información, la chica de mirada rojiza, se negaba a cooperar, haciendo que ambos dudaran de ella. Ya no sabían si lo que estaban haciendo era bueno o malo.

Le corrió la mirada y le dejó el claro mensaje de que no quería estar con ella.

—¿Qué te pasa?, ¿Tanto extrañas a Sofía?, lo siento por arruinar tu día—espetó irónicamente la muchacha mientras comía algo dentro de una pequeña bolsa plateada.

—Solo te acepté en esta misión porque no quiero que le pase nada a Sofía, es obvio que estás más preparada que ella—la miró de reojo—. ¿Qué tramas? —la carmesí alzó una ceja y se encogió de hombros.

—No te entiendo. Si dejaras de ser menos alaraco te comprendería.

—¿Alaraco, yo?, bueno, estoy en mi derecho, ya que la última vez que te vi me convertiste en Carmesí—le reclamó furioso. La chica ni se inmutó.

—¿Ah sí?, no lo recuerdo.

—¿Estás jugando?, dímelo para divertirme también.

—Yo no juego con imbéciles. Solo con quienes me conviene, y tú no me convienes. Lo que haga y deje de hacer es mi problema, no te metas.

—Solo conozco una palabra para describirte, pero como soy un caballero no la diré.

—Qué suerte la mía, estoy al lado de un príncipe azul. ¿Dónde dejaste tu capa?

—¡No puedo estar contigo! Trae a Sofía. Por lo menos que esté aquí hasta que anochezca—exclamó reamente molesto. La carmesí esbozó una sonrisa.

—Ya cálmate. Que exagerado. Mejor nos quedamos callados y listo—Lucas suspiró y negó con la cabeza, esto ya era mucho para él. Se quedó allí en silencio a su lado.

***

La noche no llegaba y ellos estaban muertos de calor. Brasil era un país de un clima demasiado tropical para ellos. Lucas miró la hora y negó con la cabeza, no pasaban de las seis, y no se veía mucho movimiento.

La carmesí estaba jugando tranquilamente con el césped. Lo sacaba a tirones y parecía disfrutar eso. Alzó la mirada y se puso repentinamente en alerta. Cuando Lucas iba a preguntar que sucedía, la carmesí lo hizo callar con un gesto. Se arrastró hacia un pequeño arbusto y miró por ahí unos segundos, luego volvió con Lucas con una cara seria.

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