Capítulo 3

1.3K 115 32
                                    

Lucas corrió a la oficina de su general lo más rápido que pudo, no quería llamar la atención de quienes trabajaban allí, sabía que estaban bastante curiosos con la joven chica.

Entró y vio a Cristina con Pablo, que se tocaba el mentón procesando lo que la mujer le había dicho hace minutos. La extraña transformación de la muchacha. Se suponía que eso no debía suceder, pero pasó y ahora, debían buscar una forma para que nunca más se repita.

Lucas miró a ambos y se dirigió donde la mujer que estaba de brazos cruzados aun impactada, había visto la transformación antes, pero detrás de un espejo, protegida por armas y militares capacitados, con eso se dio cuenta que no estaba preparada.

—Hice que el doctor la revisara, no hay nada anormal, se desmayó por el efecto del paralizador—interrumpió el silencio. Ambos lo miraron y asintieron. El hombre se sentó en su escritorio y entrelazó sus manos, pensante. Lucas se puso un poco incómodo. Ese hombre era impredecible y no le gustaba que se mantuviera tanto tiempo callado, en esos momentos es cuando tramaba sus "planes"

—No he recibido el informe completo Ojeda. ¿Por qué la chica se transformó cuando no tenía que hacerlo? —se puso de pie intimidante. Lucas lo miró serio. ¿Qué le iba a explicar?, por un momento pensó que la chica estaba loca.

—Ella, creía que todo era un sueño. Y en el momento que Cristina le dijo que no era cierto, tal vez... no aguantó la realidad. Debe haber recordado lo que hizo—respondió firme. Pablo se sentó nuevamente, no estaba totalmente convencido. La chica ya en si era un peligro, pero que se transformara cada vez que se sentía amenazada no era lo ideal—. Señor si me deja hablar con ella yo...

— ¡Basta! —le gritó—. A la chica se le harán los mismos exámenes que se te hicieron cuando llegaste al Cielo. No me vas a persuadir de lo contrario—espetó seguro. Lucas se tensó, él no quería que Sofía pasara el mismo pesar, era una niña prácticamente, esos experimentos eran contra toda lógica, ni siquiera los animales lo merecían. Apretó los puños, eso no es lo que habían acordado.

—No lo harás—lo amenazó. El hombre golpeó la mesa con tanta fuerza que intimidó a la mujer, pero no al muchacho.

— ¿Me harás algo Lucas?, tú...—se levantó —, y cuantos más. Estás solo muchacho, tuviste suerte de estar aquí. Que tengas techo, comida y protección. Que mal agradecido.

—Yo no lo pedí—lo enfrentó. El hombre comenzó a reír burlándose de la valentía de su soldado.

—Pedías a gritos que te sacáramos del hoyo en que te metiste, ahora tienes poder y valor. Eso es lo que te dimos, ¿Por qué negárselo a la chica también?

—¡Porque la forma en que me lo dieron no es lo mejor para una niña de dieciocho años!

— ¡Ya, basta! —interrumpió la mujer alarmada, no quería que algo similar como lo de Sofía sucediera—. La chica debe decidir, Pablo, vos sabés lo difícil que fue para Lucas, tenés que entender en qué posición está. Dejá que convenza a la chica de hacerlo por su voluntad—persuadió al rudo hombre que cruzados de brazos miraba escéptico a ambos.

—Tienes veinticuatro horas, ni más ni menos. Quiero a esa Carmesí en el laboratorio. ¿Entendido?

— ¡Si, señor! —respondió Lucas aliviado. Cruzó miradas con Cristina y esta le sonrió. Sabía que esa mujer era el talón de Aquiles de su general. El hombre se sentó y de pronto sintieron como una mujer de mediana edad entraba sin siquiera tocar. El general la miró de pies a cabeza molesto, pero a ella ya le daba lo mismo, traía algo que de seguro le cambiará esa cara a una peor.

Operación LatinoaméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora