Capítulo 12

454 50 24
                                    

—Pablo, ¿qué hacés? —preguntó Cristina horrorizada al ver a Sofía en el laboratorio. La muchacha reconoció el lugar con tristeza. En el centro estaba ese cuarto de cristal, donde vio a Lucas en los experimentos. Pronto ella estaría allí.

Pablo, abrió la puerta del laboratorio y se ganó las miradas de todos, que sorprendidos, vieron como Sofía estaba allí. La última vez no había dejado una buena impresión.

—Preparen la cámara—le ordenó a sus trabajadores. Cristina no entendía nada.

— ¿Empezarás con los experimentos?, pero si voz dijiste que los harías después de los chequeos médicos—lo encaró.

—Es un pequeño experimento, y ella está de acuerdo.

Cristina abrió los ojos como platos y miró a Sofía, que asintió en aprobación. Eso la confundió.

Sofía se sentía extraña, el tomar esa decisión tan abruptamente le estaba pesando. Ahora tenía miedo de lo que podía ver o peor aún, suceder. Pero lo hecho ya estaba hecho. Miró a Cristina nuevamente y la abrazó. Sorprendiendo a la mujer, que con ese simple gesto se calmó. Uno de los trabajadores fue donde Pablo indicándole que la cámara ya estaba lista. Sofía respiró y suspiró para calmar sus nervios.

Pablo la dirigió a ese cuarto de cristal reforzado, lentamente. Cristina no se podía quedar así. Se notaba mucho que Lucas no sabía de aquello, que si se enteraba, ardería Troya. Contra su propio general y las reglas del Cielo, salió del lugar para buscarlo, por si sucedía algo.

Pablo y Sofía se quedaron frente a una puerta metálica, que, era la entrada a ese cuarto. Anotó unos números en un tablero, y la puerta se abrió con un sonido sombrío que asustó a la muchacha. Sin esperar a que le indicara algo, Sofía entró. A pesar de lo que había visto, ese cuarto era muy amplio, lo rodeaba muchas gradas terciopeladas, que al parecer, usaban los que trabajaban allí, para observar. Y no se equivocaba. Muchos se habían colocado alrededor de ella con sus tabletas anotando su comportamiento. Ella solo los observaba desde abajo, ya que estaban a un metro de altura de donde estaba. Suspiró.

La muchacha cerró sus ojos para prepararse mentalmente.

—Señor, está todo listo, el video...

—Reprodúcelo—le ordenó Pablo seriamente, y con algo de emoción.

—Si —el hombre se fue corriendo y con un simple gesto oscureció el cuarto en donde estaba Sofía.

Ella, asustada, no entendía que estaba pasando. De pronto, una luz se apoderó de todo, haciendo su vista doler. Cerró los ojos cubriéndolos con su antebrazo. Cuando sintió que la intensidad de esa luz bajaba, se atrevió a observar lo que sucedía.

Se congeló cuando se dio cuenta que se encontraba en su salón de clases. Allí estaban todos. La profesora, sus compañeros, ella... miró a todos lados, no cabía duda, estaba allí. Era como uno de sus sueños, donde todo se sentía real. Vio como la profesora comenzaba su clase, y a Fernanda tratando de despertarla. Caminó donde estaba lentamente. Se detuvo cuando la profesora cruzó miradas con ella, pero, se notaba que no se percataba de su presencia.

—Sofía, despierta—insistía Fernanda. Pero Sofía no reaccionaba.

—Señorita Aldunate, ¿Tan fome es mi clase? —le preguntó la profesora enojada. Todos comenzaron a reír.

—Profe déjela, casi la matan—gritó uno desde el otro extremo de la sala. Todos nuevamente rieron.

— ¡Silencio! —Los calló— ¡Aldunate despierte! —gritó alterada. A Sofía nunca le agradó esa profesora, siempre se equivocaba al explicar y si le decías, se enojaba. Así que la chica dejó de luchar contra ella, con su ineptitud y su poca vocación. La mujer le dio unos pequeños golpes en la espalda para que reaccionara, y al parecer funcionó. Porque esa Sofía se puso derecha lentamente.

Operación LatinoaméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora