Capítulo 17

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El frío de la mañana golpeaba su rostro, era agradable. Extrañaba una pequeña brisa sobre ella, algo que la hiciera sentir viva, y ese frío matinal era lo que necesitaba hace semanas.

Ramiro la miraba con una sonrisa y caminó a ella pasando un brazo sobre su hombro.

—Eres muy linda Sofía. Lástima que seas menor de edad—la chica se sonrojó. Ya era el quinto comentario que su capitán le daba esa mañana.

En un principio Cristina había llegado dándole ropa de civil. Ella se extrañó, pero la mujer le explicó que era necesario para no llamar la atención, así que sin mucho que decir, se puso una ropa muy distinta a lo que ella usaría, pero que al parecer estaba de moda. El pequeño short y la polera algo ajustada no le acomodaban mucho. Solo agradeció el polerón ancho que le había dejado, pero que, a medida que pasara el día, sería imposible usar.

Bajó a la planta principal para encontrarse con Lucas y Ramiro, y ahí vino el primer comentario: "Oh, eso te queda bien", dijo antes si quiera decir buenos días. Lucas le susurró que no le hiciera caso, y eso hizo durante todo el transcurso de la mañana. Era raro ver a su capitán y a sus compañeros en ropa de civil, se veían tan normales. Solo eran adolescentes —exceptuando a Ramiro—en un día cotidiano. Y al parecer ellos eran los más felices de no usar el uniforme.

—Tengo dieciocho—respondió con una sonrisa incomoda. Él alzó una ceja.

— ¿En serio?, ¡Oye Héctor tiene tu edad! —le gritó a su hermano. Héctor alzó la mirada y puso los ojos en blanco. En toda la mañana Sofía notó que su compañero evitaba a su hermano. En un principio lo hallaba extraño, pero ahora lo avalaba un poco, Ramiro era algo desesperante—. Cretino—susurró—. ¿Quieres adivinar mi edad? —le preguntó ansioso como si la misión no fuera importante. Sofía suspiró.

— ¿Treinta y tres? —respondió insegura. Ramiro se quedó en silencio.

— ¿Tan viejo me veo?

—En realidad iba a decir treinta y cinco—se burló Sofía y Ramiro se rascó la nuca—. Lo siento capitán, pero tú me preguntaste.

—No debí, porque me subiste la edad, pero bueno, me lo gané por copuchento, pero ahora sé que no eres menor de edad—Sofía abrió los ojos como platos. Se puso nerviosa—. Bien chicos, esto es lo que haremos. Camilo y Joaquín en una moto, Héctor y Raúl en otra, Sofía y yo juntos. ¿Alguna objeción?

— ¿Puedo irme con Héctor?, me siento incomoda contigo—dijo Sofía sin bacilar. Ese hombre la estaba intimidando.

— ¿Por qué con él?, ¿no deberías haber pedido solamente no irte conmigo? —Sofía sintió las mejillas arder y tragó saliva.

—Po-po... ya no importa—refunfuñó y se cruzó de brazos. Ramiro miró a Héctor y le sonrió, este desvió la mirada. ¿Por qué su hermano hacía esto?

Los seis caminaron hasta una bodega apartada del gran edificio, allí Ramiro la abrió y en ella había una variedad de vehículos de color negro. Sofía no podría reconocer bien que estilos o modelos eran ya que se camuflaban con la oscuridad del lugar. Aun no amanecía, así que estaban en la penumbra de la mañana.

Héctor, Joaquín y el capitán entraron y salieron montados en una moto cada uno, negra igual que todo, pero lo que le llamó la atención a Sofía que ni siquiera emitían algún sonido. Se acercó a la cual Ramiro manejaba y sonrió.

— ¿Qué modelo es? —preguntó mirándola de cerca. Por alguna extraña razón sentía que conocía. Se puso de cuclillas para mirar las ruedas fascinada.

— ¿Te gustan las motos? —preguntó Ramiro bajándose.

—No realmente, pero si a mi papá... espera... esta moto...

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