Capítulo 23

509 42 34
                                    

Asunción Paraguay, Julio 2043

Asunción era un caos total. El río estaba repleto de cuerpos descompuestos que hacían que la ciudad emitiera una peste repugnante. Todo era gris, los edificios eran escombros, retratos de un ataque sin piedad hacia ese pequeño país.

¿Cómo sabrían si él estaba vivo?, ¿Qué probabilidades tenían de encontrarlo?, solo llevaban una imagen del moreno muchacho, y la dirección de su última residencia, a las afueras de la ciudad.

Esa escena le recordaba a Sofía un poco a Santiago, pero peor. Evitaban pisar algún cuerpo y sentían a lo lejos los tiros.

Paraguay se había transformado en un campo de batalla entre argentinos, brasileños, bolivianos y gringos, siendo el ultimo, blanco de los primeros tres. Por eso, la población paraguaya huyó hacia los países vecinos para salvarse. No sabían si el muchacho también huyó, pero por los antecedentes que tenían, eso no era una posibilidad factible.

—Que terrible—dijo Sofía mientras se escondían detrás de un basurero. Tomó aire aguantando las ganas de llorar. Los ojos le ardían, la pena y rabia la estaban consumiendo, se preguntaba en que minuto, como todo se había vuelto tan complicado. La vida era injusta, el mundo era injusto. Su corazón se contrajo y las lágrimas bajaron en silencio. Lucas suspiró y la abrazó fuertemente, él se sentía asqueado de estar allí, tantas vidas de inocentes desperdiciadas. Él merecía estar allí, él sentía que debía pagar sus pecados estando allí, pero Sofía... Sofía a los ojos de Lucas era una niña.

—Ya, es lo que nos tocó. Vamos a buscarlo rápido y nos iremos, ¿te parece? —ella asintió. No podía ver si se había calmado, ya que la máscara de gas le cubría completamente el rostro. La tomó de la mano y se pusieron de pie para seguir su camino.

Fueron hacia la dirección que tenían anotada y algo de pánico entro en la chica. La casa estaba completamente destruida. Algo en su corazón le decía que eso estaba mal. Miró a Lucas que, comenzó a avanzar a los escombros para buscar alguna pista.

Con el pie pateaba uno que otro ladrillo, se puso de cuclillas, lo que veían era perturbante.

Había un cuerpo sin vida de un niño. Sofía se tocó el corazón y le dio la espalda. Comenzó a llorar con ganas, no podía soportar ver tamaña crueldad. Era un niño...solo un niño. Lucas tomó aire y se puso de pie angustiado pero serio a la vez. Solo sentía los sollozos de Sofía y algo más... como un quejido.

Frunció el ceño y con arma en mano se dirigió al lugar del sonido. Los quejidos se sentían cada vez más fuertes. Vio como una mano salía detrás de un gran muro de hormigón. Trató de levantarlo, pero era difícil.

—Sofía, necesito tu ayuda—le pidió a la muchacha que aun sollozaba. Ella corrió a su lado, y ambos, con todas sus fuerzas levantaron el muro. Bajo de el había un muchacho, bastante conocido para ambos.

—Es él...—susurró Sofía.

—Hay que llevarlo a que lo curen—se apresuró en decir Lucas. Trató de ayudarlo, pero el chico lo golpeó.

—N-no—susurró. Miró a ambos y negó con la cabeza—Má-má-máta-me—rogó. Dirigió su miraba a sus piernas y con horror Sofía se dio cuenta que ya no tenía sus extremidades—. Hagan...que...paren...Ca-Carmesís...—tomó el rifle de Lucas y lo obligó a que apuntara en su cabeza. Lucas se puso de pie e hizo que Sofía se alejara. Ella saltó en su lugar.

—¿Qué haces? —preguntó asustada.

—Haciéndole un último favor. Sofí, él morirá, solo le ahorraré sufrimiento—Sofía se iba a oponer, pero al ver la cara de alivio del chico al saber que moriría la desbastó. Asintió y miró a otro lugar.

Operación LatinoaméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora