Capítulo 30

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Los tres Carmesís estaban encerrados en la habitación de Sofía. La única persona ajena a su condición, era el hermano pequeño de Alcides que, a pesar de lo extraño de todo, no parecía preocupado.   

Alba jugaba con él y ambos comenzaron a pintar paisajes con unos lápices que Héctor le había proporcionado al niño para que matara el tiempo.

A pesar de la dura naturaleza del brasileño, con su hermano cerca, su semblante cambiaba radicalmente, haciendo la situación más cálida para la muchacha, ya que no sentía esa aura intimidante del chico. El niño le recordaba un poco a su hermano muerto, así que no pudo evitar buscar un poco de cariño por parte de él, solo para no sentir más pena de la que sentía. Aun no superaba del todo a Max y necesitaba estar haciendo algo para que la tristeza no la consumiera.

Los dos chicos miraban como ella trataba de comunicarse con Marcelo. El niño reía y chillaba cuando Alba pronunciaba mal una palabra en portugués y cada vez que lo hacía mal, le hacía una marca en la cara, en modo de penitencia. Hasta ese minuto, el rostro de la chica era un cuadro abstracto bastante colorido.

—Es tranquilo, ¿No creés?—se dirigió a Julio, que estaba apoyado en una pared con sus brazos cruzados. Él la miró sin entender. Ella vió a Marcelo con dulzura mientras él pensaba en alguna otra palabra—. Pareciera que nada está pasando.

Julio suspiró, era cierto, en ese cuarto parecía que nada pasaba. Sin guerra, sin Carmesís u hombres corruptos.

—Sí, es como en esa serie de televisión, donde el protagonista era castigado y sus amigos se metían por la ventana para pasar el rato con él—dijo con nostalgia.

—¿Vos también la viste?—preguntó Alba impresionada—. Mi nana tenía guardados cd's originales, y en las tardes nos sentábamos con ella a verlos con Max. Luego ella murió y nosotros continuamos. Me sé hasta los diálogos—Julio sonrió y asintió como loco.

—¡Sí!, mi papá me obligaba. Cada vez que tenía libre nos poníamos a ver los capítulos. Tenía una rara atracción por la mamá del protagonista—ambos rieron.

—Era re linda. Hueca, pero linda—miró a Alcides—. Y vos, ¿Extrañás algo de tu vida?

Alcides miró al techo y comenzó a pensar. Alba y Julio no estaban seguros si él entendería la pregunta.

— O carnaval. Como uma criança, na minha favela cada parte foi feita. Não participamos todos e não havia perigo de ser morto ou algo assim. Todos eram amigos naquele dia. *El carnaval. Cuando era niño, en mi favela se hacía uno a parte. Allí participábamos todos y no había peligro de ser asesinado o algo parecido. Todos éramos amigos ese día.

Alba alzó una ceja.

—No te entendí nada. Solo algo del carnaval y que cada parte era fea—dijo Alba sorprendida.

—Carnaval não é feio. Meu irmão disse que ele foi feito um carnaval separado.*El carnaval no es feo. Mi hermano dijo que se hacía un carnaval aparte. —interrumpió Marcelo con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Vos los entendés?—miró a Julio, él se encogió de hombros, no estaba seguro.

Sintieron la puerta abrirse y todos se quedaron en silencio al ver a Benjamín y Héctor entrar. Estaban vestidos completamente de negro y con muchas armas en sus manos. Miraron a todos.

—Tomen—dijo Héctor pasándoselas a cada uno—. Supongo que ustedes dos—se dirigió a Julio y Alcides—saben usarlas. No salgan de la habitación—miró a Alba y esta negó con la cabeza.

—Alejá eso de mí. No quiero—se rehusó y se cruzó de brazos.

—Es por tu bien. Si vienen y corres peligro, lo mejor es tener una.

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