Reglas y un malentendido

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PUNTO DE VISTA DE EMMA SWAN

Estaba acostada en medio de la cama, con las pierna abiertas mientras recibía un delicioso oral, estaba tan caliente que pensé que mi vagina iba a explotar por la necesidad de correrme, mi respiración estaba entrecortada y el sudor se acumulaba en mi frente, dirigí mi mirada hacia abajo para saber quién era la persona que estaba haciendo maravillas con su lengua y vislumbré un cabello oscuro, estaba a punto de tomarlo para presionar más su cara contra mi intimidad, cuando escucho una voz ronca femenina y me saca de mi sueño, sí un jodido sueño sexual en el que estaba a punto de, bueno, ya no importa.

Regina: Profesora Swan- Me observa con la cabeza inclinada y una sonrisa pícara que me dieron ganas de desaparecer con una bofetada.

Emma: ¿Qué demonios haces en mi habitación niña? - Le pregunté de manera grosera.

Regina: Me pidió amablemente que me vistiera para poder tener una conversación- Me responde haciendo comillas en la palabra "conversación".

Emma: Que sea la primera y última vez que entras a mi habitación sin tocar la puerta, esa será la primera regla- Dije duramente y ella abandonó su sonrisa ladeada y se puso seria.

Hasta ese momento pude notar que llevaba un short de mezclilla corto que dejaba expuestas sus piernas torneadas y una camiseta blanca sin mangas que me hizo imposible notar sus brazos tonificados.

Regina: En mi defensa, la puerta estaba abierta y...

Emma: Esa no es excusa Mills- Grité.

Regina: ¿Podría dejarme terminar una oración profesora Swan?- Dijo molesta, pero inmediatamente cambió de tono- Por favor- Solo asentí- Gracias, como le decía, la puerta estaba abierta, aun así toqué varias veces, al no obtener respuesta entré y la vi dormida, pero parecía tener el sueño inquieto, así que la llamé, me disculpo si la molesté- Y sonrió, pero esta vez era una sonrisa dulce y tímida que hizo que mi pulso se acelerara y eso me irritó nuevamente.

Emma: Ya no importa, que no se repita jovencita, no me importa si estalla la tercera guerra mundial, no quiero que vuelvas a ingresar a mi habitación si no lo autorizo primero- Me presiono el puente de la nariz en para intentar disminuir mi mal humor.

La niña hace una reverencia, se da la vuelta y sale de la habitación dejándome confundida, en un minuto aparecer en la puerta tocando, sé que está siendo irónica con sus actitudes, pero me niego a darle más poder a esa mocosa maleducada.

Regina: ¿Me permite ingresar a su santuario profesora Swan?- Definitivamente quiere terminar con la poca paciencia que aún me queda, relájate Swan, no caigas en sus juegos.

Emma: No Mills- Hace un pico que me parece adorable ¿Cómo puede ser tan contradictoria esta chica? Esto va a ser muy difícil- Mejor vamos a la sala- Abre una sonrisa asiente con la cabeza.

Al llegar a la sala de estar, ella se sienta en un sillón individual en forma india con una almohada sobre su regazo, mientras yo, me mantengo de pie como forma de dejar claro quién manda.

Regina: ¿Entonces? - Pregunta después de unos segundos de silencio.

Emma: Ponga atención señorita Mills, no me gusta repetir, pero lo que voy a decir es por el bien de las dos, no quiero cometer homicidio contra una menor de edad.

Regina: Pero yo no soy...

Emma: No me interrumpas Mills- Grité.

Regina: Disculpe señorita Swan- Dijo un poco avergonzada y agachó la cabeza, lo que me hizo sonreír con suficiencia, ella estaba entendiendo quien lleva la batuta.

Mi niña venenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora