Disculpas y reiniciemos

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PUNTO DE VISTA DE EMMA SWAN

Estaba en la cocina preparando un café, usaba un camisón blanco semitransparente con encaje en lugares estratégicos, mientras vertía el líquido oscuro en la taza, sentí unos brazos rodear mi cintura, aunque tuve un sobresalto por la sorpresa, me relajé inmediatamente al sentir unos labios suaves tocar un costado de mi cuello y un aliento cálido. 

Las manos abiertas se deslizaron por mi estómago y vientre para después subir a la base de mis senos, mis pezones se estaban poniendo duros sin ser tocados, de manera automática puse mis manos sobre las suyas y las subí a mis pechos haciendo movimientos para que los amasara, inmediatamente cumplió mi deseo y al mismo tiempo pego su cuerpo a mi espalda, sentí sus senos firmes, con eso confirmé que era una mujer, ya lo había sospechado por la delicadeza de sus manos y la textura de sus labios, besó el lóbulo de mi oreja y después lo tomó ligeramente entre sus dientes mientras pegaba su intimidad en mi trasero, sentí una erección presionar mis nalgas, mi cerebro hizo cortocircuito cuando me di cuenta quien era.

Era ella, Regina. 

Giré lentamente mi cabeza y confirmé el hecho, tenía una sonrisa cínica y sus ojos estaban casi negros de lujuria, mi razón me decía que debía abofetear su hermoso rostro, pero a esas alturas mis bragas estaban en estado vergonzoso y mi libido estaba por las nubes, así que asesiné mi sano juicio y ataqué sus labios mientras rodaba mi culo contra su erección, lo que hizo que mi camisón se levantara casi hasta mi cintura, me detuve por un momento, me giré para estar frente a ella y vi que llevaba el atuendo del viernes, shorts cortos de mezclilla y camiseta blanca sin mangas. 

Sin querer esperar más, desabotoné el short y bajé el cierre de manera desesperada, cuando estaba a punto de bajarlos, tomó mis manos y las detuvo.

Regina: Tranquila profesora Swan, le voy a dar lo que desea- Guiñó el ojo.

Emma: Quiero verte Mills, quítate la ropa- Fue una orden.

Ella solo rio y por supuesto que la princesa mimada no iba a hacer mi voluntad.

Regina: Será a mi manera profesora Swan, la quiero de espaldas a mí con las manos sobre la barra- Atrapó su labio inferior entre los dientes.

Emma: De ninguna manera Mills, no me dirás lo que tengo que hacer- Desafié alzando una ceja.

Regina: Hará lo que le digo si quiere que me la coja sabroso- Dijo mientras se masajeaba el miembro que ya formaba una carpa en el short.

Hija de perra, sabía lo que hacía, lo que más deseaba además de verla desnuda es que metiera su miembro erecto en lo más profundo de mí, tragándome mi orgullo y jurando que me pagaría por esto, hice lo que me pidió,  inmediatamente sentí sus manos alisar mis muslos, para después una subirla a los tirantes del camisón y bajarlos mientras la otra bajaba mis bragas y levantaba mi camisón hasta la cintura dejando mi trasero desnudo.

Mientras me manoseaba todo el cuerpo, en algún momento se desnudó, ya sin barreras, sentí sus pechos pegados a mi espalda y su miembro en mi trasero, una de sus manos se concentró en mis senos y la otra fue a mi necesitado clítoris, mis gemidos empezaron a resonar en la cocina.

Regina: Abre las piernas para mí perra- Su voz era sensual como el infierno.

En otras circunstancias, estaría terriblemente enojada por la forma de hablarme, mis únicas experiencias sexuales fueron con mi marido y nunca le permití algo así, pero Regina me tenía completamente caliente.

Mi niña venenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora