Capítulo 8.

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Stiles.

Ya habían pasado algunas horas desde que me despedí de Derek y Scott. Estaba realmente frustrado por no saber que hacer con lo de Braeden, la cosa era: okay, me entero del plan de Braeden. ¿Y qué? No sé dónde conseguir aconito para quemarlo.

Regresé a casa de los Argent, tiré el bestiario en la mesa del comedor, comencé a preparar algo de comida puesto que el haberme desvelado el día de ayer me había dejado con hambre y sin energía. La puerta golpeó y al parecer alguien había llegado.

- ¿Qué huele tan bien? - preguntó Chris.

- Hago chuletas, ¿Quieres una?. - sonreí.

- Acepto, la próxima cocino yo. - dijo calmado.

- La última vez casi quemas la cocina. - reí por lo bajo mientras servía dos platos y hubo un pequeño silencio.

- ¿De dónde has sacado esto muchacho?. - preguntó mientras apuntaba al Bestiario.

- Se lo pedí a Derek Hale. - dije con naturalidad.

- Supongo que no es necesario preguntarte sí ya sabes lo que realmente es. ¿Cierto? - Musitó.

- ¿Sabes de el?. - pregunté con ojos entrecerrados.

- ¿Qué es un hombre lobo? Si. - repuso relajado.

- ¿Cómo lo sabes y estás tan tranquilo? - dije exaltado.

- Soy un cazador... Y ya se lo que estás pensando. No, no lo estoy cazando. Sólo cazamos a los que matan inocentes. - dijo como si nada mientras se comía la chuleta.

- ¿Y por qué no me lo habías dicho?. - contesté indignado.

- Tu madre me lo pidió, hay muchas cosas que no sabes de ti mismo y que no seré yo quien te las cuente, esto lo has descubierto por accidente ya que no pensaba decírtelo. Y como prometí a tu madre no decirte nada ahora mis labios están sellados. - dijo mientras hacía un ademán de zip.

- Dios, este maldito pueblo es un misterio. - dije con sorna mientras era interrumpido por el sonido del teléfono de Chris.

- Un momento. - me dijo Chris y yo asentí con la cabeza.

- Hola Braeden, si estoy bien. ¿Y tú?. - dijo Chris con naturalidad y me quedé sorprendido. ¿Sospechaba algo esa mujer o de donde conocía a Chris Argent?.

- Chris, necesito balas de Aconito, muchas. Hay una manada de lobos matando inocentes al otro lado de la ciudad. Y si, ya lo han confirmado.- dijo confiada.

- ¿Para cuándo las necesitas?. - preguntó aliviado.

- Para mañana temprano. - dijo relajada.

- Ven por ellas temprano, ya sabes el precio por cada una. - contestó el mayor.

- Bien bien, hasta mañana. - dijo antes de colgar.

Ahora sabía que los mataría con balas, pero no sabía cuál era el antídoto para el aconito. Debía preguntarle a Chris solo por curiosidad.

- Chris... ¿Hay algún antídoto para el aconito?. - pregunté inocente.

- Lo hay... Pero duele mucho, espero no te hayan mordido los de la manada Hale. - dijo con interés.

- ¿Y cuál es ese método? - cuestioné rápido.

- Te lo digo en caso de que lastimen a uno de tus amigos lobos, ya que se que no matan inocentes. Quema el aconito de una bala e introducelo en la herida. Dolerá pero se curará. - dijo encogiéndose de hombros.

𝐔𝐧 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐞 | 𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐤 𝐀𝐔 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora