—¡Yo soy quien debería tenerlo!—Apolo con su pelo rubio y brillante como el sol echaba chispas por sus hermosos ojos dorados.
—Y yo te he dicho que debo ser yo ¿tu? ¿qué solo disparas esas flechitas?—se burló Enyo, quien con su salvaje pelo oscuro y ojos rojos lo encaraba ferozmente.
Las musas también estaban en la trifulca junto con titánides y dioses como Poseidón y hasta Ares, que no era muy conocido por su bixexualidad, o Zeus. Muchos le tenían celos y otros lo deseaban.
Mientras Afrodito, encantado con la atención que recibía, sonreía de forma encantadora y que haría a más de uno quedarse sin aliento pues sus sonrisas son más hermosas que un amanecer.
—Hermana ¿qué hacemos?—Hestia estaba desesperada mientras veía como todos estaban a punto de enzarzarse en una guerra.
Hera negó con la cabeza mientras veía a su alrededor, vio furiosa como su marido miraba embobado a ese nuevo dios, también estaba preocupada por el caos ¿qué podía hacer para detener esto? Hera rezaba a las Moiras por una solución.
¡BUM! ¡BUM!
Todos guardaron silencio por el ruido y miraron en dirección a las grandes puertas de oro del salón del trono.
Las puertas se abrieron y la persona que entró los sorprendió.
Por segunda vez desde la llegada de Afrodito un nuevo dios los sorprendía, el dios, la diosa más bien, debido a su figura. Aunque llevaba armadura y casco, era mujer llevaba un martillo pesado en la espalda y unas pinzas, herramientas de herrería.
Afrodito vio a la recién llegada y se burló por su apariencia ¿acaso pretendía atraer a alguien vestida de ese modo? Y vio que su pierna derecha llevaba un fijador de metal por lo que tuvo que sufrir una lesión en el pasado.
Los dioses estaban desconcertados ¿quién era ella?
La mujer cojeando un poco se acercó al trono de Zeus y se arrodilló mostrando sus respetos, luego hizo lo mismo con la reina pero este fue un poco más esforzado y Hera juraría que la miraba de reojo y no era una amistosa.
—Sus grandes y gloriosas majestades soy una diosa que viene de las profundidades del mar y he venido a traeros regalos que he echo para vosotros y el consejo olímpico—
Los inmortales se quedaron sin palabras y Zeus la miró con interés.
—Deduzco por las herramientas en la espalda que eres herrera ¿no?—
—Así es mi señor—
Ares soltó una carcajada y luego otros le siguieron, el propio Afrodito se reía como las campanas y arroyos pero era de una forma burlona ¿En serio era una mujer? Pero si hacía un trabajo para hombres.
El dios de la guerra dijo lo que pensaba el nuevo dios—¿Herrera? ¿a quién pretendes engañar? Eso no es trabajo para mujeres deberías estar en un telar en vez de una fragua y llevando armadura—
Artemisa la diosa de la caza se adelantó y le dio una mirada acerada con sus ojos plateados intimidando al dios de la guerra.
—Una mujer puede perfectamente hacer lo mismo que un hombre, yo misma soy la diosa de la caza y supero a los dioses y mortales en esa área que llamas solo para hombres—dijo con sarcasmo.
Hefesto miró a la diosa de la caza y asintió con la cabeza en agradecimiento y Artemisa acepto con una sonrisa, aquella diosa ya le caía bien.
—Por supuesto señor Ares me gusta el telar pero también trabajo con el metal y creo armas y otros artilugios, además de la piedra y piedras preciosas—
—Tiene razón hermano—se adelantó Poseidón, saludó a la diosa—De hecho mi familia y mi reino le ha hecho múltiples encargos y puedo decir que en cuanto a habilidad supera a la de los cíclopes—
Ante eso todos en la sala dieron exclamaciones de sorpresa incrédulos, los olímpicos miraban a esa diosa sorprendidos y el propio Zeus estaba sin palabras, los cíclopes era considerados maestros herreros, nadie les superaba y fueron ellos los que forjaron las armas suyas y de sus hermanos.
—¿Lo que dices es cierto Poseidón?—
El dios de los mares asintió—¿Recuerdas del herrero que os hable? Pues es ella, hizo además la corona de Amfitrite junto el tridente y la caracola de tritón—
Ahora las diosas la miraban con interés y hasta con ansias, habían visto la corona de Amfitrite y estaban absolutamente enamoradas de esa hermosa pieza de joyería.
Hera también, sintió una gran envidia al ver que la corona de la reina del mar era más esplendorosa que la suya, cosa que la avergonzó pues ella era la reina de los dioses su corona debía ser la mejor de todas.
Zeus ahora muy curioso quería saber lo que hizo—Está bien muéstranos tus regalos pero antes no, nos has dicho tu nombre—
—Por supuesto mi señor me llamo Hefesto—
Ante ese nombre tuvieron que contener una risa Afrodito se esforzaba más que nunca ¿quién pondría un nombre masculino a su hija?
Hera estaba totalmente pálida y quieta, ahora lo entendía todo miró su pierna con la abrazadera y recordó que era allí donde tenía esa malformación, debió imaginar que esto ocurriría.
Hefesto levanto la cabeza y miró a su madre, la reina no podía ver sus ojos pero podía sentir su mirada atravesándola.
—He hecho magníficos tronos para todos los Olímpicos—
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Fuego Incandescente
RomanceTodos los dioses son considerados perfectos, bellos o simplemente divinos y esplendorosos a la vista cualquier mortal queda deslumbrado por su belleza y encantos. Menos una, quien les demostrará lo que vale y enfrentarse a un mundo de hipocresía y f...