Capítulo 41

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Apolo y Ares fueron desterrados pero aun así no terminaron los problemas.


La guerra de Troya seguía en curso y pese a su neutralidad Hefesto forjo una poderosa armadura y espada para Aquiles como favor.


Sin Apolo y Ares como apoyo el bando troyano tuvo que retroceder ante la ofensiva griega pero finalmente Hector el campeón de Troya y Aquiles tuvieron un duelo, ambos estaban muy igualados pero Aquiles alimentado por la muerte de Patroclo lo mató.


El guerrero estaba por atar el cuerpo y arrastrarlo con su carro pero una voz susurró en su mente.


Aquiles no lo hagas.


El semidiós reconoció esa voz.


-¿Señora Hefesto?-


Lo que vas a hacer es una barbarie, eso te convertirá en aquello que odias.


El orgulloso guerrero apretó tanto los dientes que parecía que iba a partirlos.


-¡Ellos mataron a Patroclo y a muchos otros!-


¿Y vosotros no? Es la guerra Aquiles cosas así por desgracia suceden y Héctor cumplía con su deber de proteger su hogar, era un príncipe honorable por favor entrégalo a los suyos no mancilles su muerte.


El guerrero bajo la cabeza cediendo.


En las murallas los troyanos se temían lo peor al ver como Aquiles estaba atando los pies de Héctor a su carro pero se confundieron al ver como parecía cambiar de idea y colocaba el cuerpo en el carro y se acercaba las puertas de la muralla.


Los soldados se apresuraron a abrir las puertas y recibir a su príncipe agradecidos por esa misericordia del griego y recuperado la razón.


Hefesto observaba todo desde su templo aliviada de impedir que Aquiles cometiera esa atrocidad pero sabía lo que el destino le aguardaba al guerrero.


No paso mucho hasta que los temores de la diosa del fuego se hicieran realidad, en la batalla Paris, el causante de todo esto, con una flecha encantada que le dio Apolo, antes de que fuera reencarnado, le diera en su tobillo matándolo.


Tethis lloraba abrazando su cuerpo, Hefesto abrazaba a su madre intentando consolarla, miro con rabia a los tres que originaron todo esto po rculpa de una estúpida competición ¿y luego se atrevían a menospreciar a otros?


Patético.


Hera, Atenea y Afrodito sintieron la fulgurante mirada de rabia de Hefesto en ellos y su desprecio, no pudieron evitar apartar las miradas por vergüenza sobre todo porque los llantos de la nereida aún resonaba en sus oídos.


No solo Tethis muchos habían perdido a sus seres queridos por no dejar su orgullo a un lado.


Filoctetes ayudado por Hefesto fue curado y con el arco y flechas que pertenecieron a Hércules disparó a Paris matándolo.


Hefesto no era cruel o se deleitaba sobre el sufrimiento de otros pero esta vez si, Paris el egoísta hombre que abandonó a su esposa e hijo llevándose a la esposa de otro y provocando una guerra con innumerables muertes, esperaba que Hades lo castigara.


Mientras Hefesto cogió las cenizas de Aquiles y Patroclo mezclándolas y liberándolas después en el viento hacia el mar las cenizas brillaron como chispas de fuego, la bendición de Hefesto para ellos.



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Luego finalmente Odiseo el protegido de Atenea conocido por su astucia ideó un plan, el caballo de Troya.


Lo malo es que los griegos se volvieron locos, años de guerra, frustración y mala sangre hizo que cometieran asesinatos a civiles inocentes, niños, ancianos, robos, violaciones, destrucción.


Hefesto estaba horrorizada incluso el banal Afrodito estaba pálido con lo que veía y Atenea estaba verde y furiosa con lo que estaban haciendo y Hera estaba indignada.


-Lo habéis conseguido-Hefesto estaba tan furiosa que el fuego salia de las ranuras de su armadura dándole un aspecto imponente y feroz intimidándolos-¿¡Esto es lo que queríais!?-


-Hefesto no queríamos que terminara así-Atenea por una vez no sabía como argumentar ni dar una explicación, ¿como justificar algo así?


-¿¡No querías!?¿¡tu mente de la que presumes tanto no previó que esto así sucedería o no quieres admitir tu error!?-


-¡Todo esto empezó por culpa de vuestra vanidad no fuisteis capaces de dejar vuestro orgullo por un estúpido concurso de belleza y una simple fruta, caísteis en la trampa de Eris y por vuestra culpa miles han muerto!-



La diosa se calmó no deseando estar allí más y dándoles una mirada lastimera a los tres dioses que ocasionaron todo esto.

Fuego IncandescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora