Las cosas volvieron a la normalidad, más o menos, en primer lugar Ares y Enyo nunca más se atrevieron a volver a meterse con Hermafrodito y Afrodito se disculpó con él, aunque se sentía aliviado porque su hijo por fin pudiera respirar y lo dejaran. Por dentro estaba hirviendo con la misma intensidad que las fraguas de cierta odiosa herrera.
Jamás olvidaría la humillación que sufrió por su culpa, aunque ignoró el echo de que era por sus hijos, su orgullo y dignidad se vieron severamente dañados.
Sentía que cada día su aversión y rabia hacia Hefesto aumentaban más.
Sus hijos no estaban mejor Fobos y Deimos sentían odio hacía su madrastra por la terrible humillación hacía sus padres y su tía, pero sabían que no podían meterse con ella, la diosa olímpica era increíblemente poderosa y sin mencionar a su medio hermana Kyoko.
Saber de ella fue un shock para todos los demás hijos de Afrodito (excepto Hermafrodito claro) no sabían de su parentesco. Habían oído rumores pero nunca los creyeron su padre Afrodito furiosamente desmentía cualquier parentesco.
Pero ahora con la evidencia y las mentiras del dios del amor de forma evidente se sentían traicionados por ocultarles algo así pero no cambiaba lo que sentían hacía Kyoko quien desde antes sentían rivalidad hacía ella y querían superarla considerándola una(lisiada ciega). Hermafrodito defendía a su hermana furioso después de que ella y su madre lo ayudaran sentía que lo debía.
Harmonía tenía sentimientos encontrados, aunque sus padres le habían dicho lo malvada e inútil que era su madrastra y el monstruo de su hija las acciones de ambas eran todo lo contrario, defendiendo a su hermano y asegurándose de que no volvieran a molestarlo pero estaba molesta por la humillación y el incidente de la red ante todo el Olimpo.
La joven diosa aún en sus pensamientos se acercó a la arena de batalla donde estaba entrenando su madre Enyo, la diosa de la carnicería con un brillo siniestro en sus ojos destrozaba unos maniquíes que todos curiosamente se parecían a Hefesto. Estaba claro que aún no se había recuperado del momento vergonzoso que le hizo pasar su hermana.
—Madre—
Enyo se volvió hacía su hija indiferente y hasta con desprecio, Harmonía debería estar acostumbrada a ese tratamiento pero siempre se le encogía el corazón. Se supone que las madres aman a sus hijos sin importar qué. Pero se paró cuando recordó la historia de como Hefesto fue arrojada por su propia madre al mar.
—¿Que quieres? ¿no ves que estoy ocupada?—
—Vine para verte y si querías ayuda—la voz le salía débil al final.
Enyo se rió cruelmente.
—¿Ayudarme?¿tu? ¿¡que ayuda me va a dar una patética diosa de la paz para vengarme de la humillación y hacerle pagar a Hefesto?—
Harmonía se tragó un nudo y las lágrimas, siempre le había hablado así pero no de forma tan contundente.
—Sé que no soy la hija que querías....—
—No me vengas con esas, Ares al menos tiene a Fobos y Deimos que le enorgullecen y hasta esa lisiada de Hefesto tiene una hija que al menos aterroriza a sus oponentes pero ¿tú? No sirves para nada—
Harmonía llorando se fue de allí mientras la diosa mayor se limito a encogerse de hombros, no se arrepentía en absoluto y aunque Afrodito estuviera furioso con ella se le pasaría siempre lo hacía.
De haber sabido la clase de hija que tendría me habría clavado un cuchillo en el vientre y se acabaron los problemas, no tendría que cargar con ella.
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Eros y Anteros tampoco es que les fuera bien Ares seguía sin hacerles caso, aunque ahora Hermafrodito era de nuevo bienvenido al palacio convirtiéndose en uno de los erotes y ayudando a su padre y hermanos.
Pero no todo estaba bien, Harmonía como diosa de la paz y concordia a menudo chocaba con su madre y sus dos hermanos Fobos y Deimos y solían dejarla a un lado, Despreciándola.
Afrodito intentó hablar con ellos para que la dejaran pero no escucharon.
Harmonía en cambio se fue apagando poco a poco se fue cerrando a sí misma y se aislaba de todos cosa que preocupaba a Afrodito intentaba animarla y que se divirtiera pero era como si se le hubieran quitado las ganas de vivir.
Kyoko estaba paseando por los jardines del Olimpo, rara vez estaba allí, después de lo que originó en el Olimpo y lo que les hizo a los otros dioses todos la temían además de que atacaba a aquellos que la insultaran a ella o a su madre.
Pasó por una de las hermosas calles de la ciudad adoquinadas como de perlas y perfectamente pulidas, allí todo era dorado, brillante y pulcro quien para alguien como Kyoko que no podía apreciar no le importaba. Lo que no soportaba era la actitud cruel y narcisista de esos dioses y cómo trataban a su madre.
Sobre todo no soportaba al imbécil de Afrodito y a casi todos sus hijos a excepción de Hermafrodito y Harmonía los demás eran idiotas. Harmonía no tenía nada en contra de su medio hermana, era una chica amable y comprensiva, costaba creer que fuera hija de esos dos.
Mientras paseaba pasó por el opulento palacio de Afrodito y torció el gesto con disgusto pero para su sorpresa quien estaba debajo de un árbol llorando estaba Harmonía no pudo evitar sentir pena por ella, sabía que Enyo le hacía la vida miserable a la pobre.
—¿Estás bien?—
Harmonía alzó la vista hacía Kyoko, no sabía que pensar sus padres siempre le advirtieron sobre ella y que no se acercara jamás pero después de Hermafrodito ya no sabía que pensar.
—Si bueno...he estado peor—
Para su sorpresa la diosa de la belleza del alma se sentó a su lado mientras su fiel perro dorado retozaba en la hierba no pudo evitar encontrarlo gracioso y adorable, su medio hermana le tendió un pañuelo quien aceptó agradecida.
—Si alguna vez quieres sólo hablar avísame—
Asintió conmovida por su gesto amable y continuaron hablando un buen rato hasta que se despidieron, la verdad es que iba a casa más ligera pero sabía que sus padres no debían saberlo o jamás la dejarían acercarse a ella.
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Fuego Incandescente
RomanceTodos los dioses son considerados perfectos, bellos o simplemente divinos y esplendorosos a la vista cualquier mortal queda deslumbrado por su belleza y encantos. Menos una, quien les demostrará lo que vale y enfrentarse a un mundo de hipocresía y f...