Cap 11 parte 3

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Sus ojos no creían lo que estaban viendo, su cuello tenía una marca roja. Maldijo el momento de debilidad que tuvo anoche, y maldijo aún más lo bien que se sintió, si por ella fuera, tal vez incluso eso hubiera ido más lejos, pero entre los besos y caricias que poco a poco empezaban a subir de tono, fue entonces que el celular de la heredera sonó dando pasó a un mensaje de su escolta avisándole la llegada de su padre al país, lo cual sacó del trance de feromonas y ebriedad en el que la pelirroja se encontraban.

Ceres miro esa marca roja, notó también la casi imperceptible marca de dientes de la heredera, no le había mordido realmente, pero había dejado su marca en ella. Se sonrojo nuevamente al recordar las manos de la alfa por sobre su pecho, en sus piernas, su boca experta arrancándole suspiros y esa corriente eléctrica de anoche se hacía nuevamente presente. Por primera vez en mucho tiempo se sintió como una omega, fue entonces que aquella creciente lujuria se transformó en ira, sin pensarlo lanzó un golpe al espejo y su reflejo se trozo. Como serpientillas carmesís, de sus nudillos escurría sangre, entonces una amable mano sostuvo la suya. Abrió aún más los ojos al encontrar a Adaya frente a ella curando su herida, la alfa no hablaba, solo se dedicaba a tratar con sumo cuidado su mano, la enjuago, le puso vendoletes y finalmente deposito un beso en su dorso que hizo sonrojar a la dueña.

–Adaya yo... –pero no pudo hablar, un dedo silencio sus labios, después la morena la cargó hasta la habitación donde la depósito delicadamente en la cama para después colocarse sobre ella.

–Ya me canse de estos juegos Cery –y la nombrada se derritió ante esas palabras, pues además del tono grave y dominante, también era la primera vez que la alfa le llamaba así. Ceres puso sus brazos alrededor del cuello de su empleada y se acercaron lo suficiente para hacer chocar sus respiraciones.

–Yo también me case de juegos –y sin más se besaron.

No me maten, esto era un sueño de la dueña ja, ja, ja

solo quería darles algo rico antes de más drama.

Ceres abrió los ojos y se encontró con el techo de la sala. A su lado había un par de tazas con café a medio beber, miro por la ventana y aún era de noche. Fue al espejo del baño y noto el chupetón (cardenal, hematoma, moretón, o cómo les digan en su país), que le había dejado Sanna, aun cuando solo fueron algunos besos y leves caricias, la alfa se empeñó en dejarle un recuerdo. Suspiro, últimamente los sueños donde aparecía la morena eran cada vez más frecuentes e intensos. Haber tenido ese arrebato pasional con la heredera le había dejado un malestar tanto en su omega como en su razón, así que salió al balcón para sentir el fresco de la madrugada. El viento le acaricio las mejillas y jugo con su cabello mientras ella se perdía observando las estrellas.

...

Sanna había regresado al hotel después de beber media taza de café con Ceres, por un momento la situación se había descontrolado, pero ambas habían logrado volver a la realidad.

–Estúpida Best –odiaba admitirlo, pero una de las razones por las cuales no había llegado más lejos con la dueña era la morena –te extraño. Una sensación bastante familiar formo un cosquilleo en el vientre de la heredera –te vas y parece que ahora tengo que encargarme de mi celo yo sola –sonrió de lado mientras sacaba su celular, ya había probado el sabor de una omega, y al parecer era algo que no quería dejar de hacer.

...

Adaya observó a su amiga, no podía negar que su aroma era trayente, pero sabía que anudarse con una omega que además fue amiga suya y de Karine, eso era una línea que no debía cruzar.

–¡Ayudame! –pidió con urgencia la omega y Adaya trago grueso. Su alfa parecía estaba reaccionando, pues empezaba a sentir la rigidez en su entrepierna.

El deseo de la estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora