Capítulo 1 Mucho gusto

590 60 2
                                    

Lunes, temprano por la mañana, una mujer de castaño cabello ondulado y tez clara caminaba hacía un establecimiento donde claramente se podía ver que servía como una cafetería. Sacó las llaves para abrir y noto la presencia de un hombre algunos años mayor a ella, robusto y fuerte.

–Buenos días Tom –saludo sonriente la joven.

–Buenos días señorita Ceres –contesto el hombre.

–¿Qué tal tu noche? –pregunto mientras metía la llave y hacía girar el mecanismo interno de la cerradura.

–¿Qué le podría decir sin perturbar sus puros y castos oídos? –se encogió de hombres mientras asomaba en su rostro una sonrisa traviesa.

–Tomaré eso como que la pasaste bien –le sonrió divertida.

Una vez dentro ambos se pusieron a sus labores, él fue directo a la cocina para tomar su redecilla y filipina, ella se puso un delantal para irse por las mesas y empezar a limpiar. La cafetería con sus tonos sepias y caobas daba un ambiente cálido, tenían algunas plantas adornando las esquinas y macetas fuera. El lugar posee todas las comodidades de un establecimiento pequeño, su bodega, los baños, cocina, estancia para preparar alimentos o empacarlos, el mostrador, la caja y unas cuatro mesas de diversos tamaños con sillas y otras tres en el área de sillones, contaban con Internet y una buena iluminación. Ceres se sentía orgullosa y feliz de ser la dueña, esa cafetería simbolizaba todo su esfuerzo y sueños, que junto a su equipo de trabajo habían logrado hacerlo a su gusto y ahora ya estaban muy bien posicionados con sus clientes. Entre sus actividades pusieron música para amenizar el ambiente, de vez en cuando se daban a una breve plática sin desatender sus tareas. Habían casi terminado cuando se les unió otro joven.

–Buenos días Cery, Tom –llegó alegre mientras se ponía un delantal.

–Hola Dam –respondió la castaña.

–Damy –se escuchó una ronca voz al fondo mientras cortaba algunos vegetales y se asomaba para ver a su compañero.

–Les tengo una gran noticia –dijo casi brincando mientras ayudaba a Ceres a acomodar unos servilleteros.

–Se nota –dijeron al mismo tiempo Tom y Ceres.

–Lo siento, pero no puedo evitarlo, es algo demasiado bueno.

–¿Por fin te vas a casar con Arthur? –sugirió la joven.

–¿Qué? No, esas cosas son más de betas –hizo un gesto mientras sacudía su mano.

–Te recuerdo que él es uno –dijo ella burlona.

–Sí, pero no es como cualquiera, además yo soy omega –sonrió –al igual que tú querida.

–Y yo soy un delta, pero eso ya lo sabemos, así que ya dinos –apuro el hombre.

–Estoy esperando –Ceres y Tom le miraron un momento.

–¿Esperando qué?

–Ay tontitos, estoy esperando un bebé –algo hizo click por fin en la cabeza de esos dos que de inmediato abrazaron a su compañero y le felicitaron.

–¡Por Dios! Debemos celebrar, hacer un baby shower, tienes que conseguir pañales, un buen nombre, la cuna, ropita, biberones...

–Tranquilos –interrumpió Damián –ya estoy en eso, de hecho, Arthur reaccionó igual que ustedes – se notaba el brillo en sus ojos al hacer mención de su pareja –está muy feliz, el sábado iremos con el doctor para el seguimiento de mi embarazo.

–Ya sabes que cualquier cosa que necesites te ayudaremos –Ceres puso una mano en el hombro de su compañero y este le sonrió.

–No puedo creer que nos vayas a hacer tíos tan pronto –decía Tom fingiendo limpiarse una lágrima.

El deseo de la estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora